A muchos sorprendió la renuncia que presentó la ex candidata al gobierno del Estado de México por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Paulina Alejandra del Moral Vela, a través de una carta dirigida al presidente nacional de su, ahora, ex partido.
Aún gobernador, quien ha sido insistentemente señalado de traidor a ese Instituto Político, Alfredo del Mazo Maza, al viejo estilo de la marca, y como personaje que, por costumbre, reconocido como primer priista estatal, determinó que fuera precisamente del Moral la candidata que debería buscar conquistar el cargo que dejaría en poco tiempo.
Para ese momento era, dentro de la coalición que formó el PRI, con el PAN y el PRD, una de las opciones, pero también de los otros partidos había cuadros competitivos que buscaron tal unción, como el panista Enrique Vargas del Villar, con grandes posibilidades de éxito, pero se respetó al titular del ejecutivo estatal quien terminó por imponer a su candidata.
Sin embargo, todo parecía lo que puede presumirse como: “dentro de lo normal”, y como había sido costumbre en el Revolucionario Institucional, con el apoyo decidido como cabeza del partido, y en este caso, como personaje de gran importancia estatal para la coalición, y que así lo estuviera llevando a cabo Alfredo del Mazo Maza (hay que marcar diferencias), pero no fue así, porque desde el principio de su gobierno, y en las elecciones intermedias de 2021, dejó de apoyar al instituto que le dio todo.
Por principio de cuentas, sentenció a su gabinete; nadie puede moverse en favor de la candidata de la coalición, y quien así decida hacerlo, tendría que renunciar al gobierno del Estado. En una democracia consolidada, eso sonaría bastante prudente, pero el concepto mexicano aún no alcanza esa madures, ¿quién podría haber aceptado entonces que el gobierno federal no metería su cuchara para favorecer a la candidata morenista?
No obstante, esa actitud timorata de quien en su momento recibió todo el apoyo por parte del gobernador que lo precedió, y que, para muchos, descubrió la verdadera cara de quien era. La cercanía exagerada que mostraba el gobernador del Mazo con el presidente Andrés López Obrador, robustecían las sospechas que “algo” se cocinaba en lo obscurito.
Aunque tal actitud se notó más hacia el final del gobierno delmacista, ya que las manifestaciones entreguistas de éste, con López Obrador, se observaron con más fuerza.
Recordemos que desde el inicio de su gobierno, del Mazo se aisló en su oficina y únicamente se le podía ver en actos públicos controlados, difícilmente aceptaría una entrevista, como se puede dar en cualquier democracia que se precie de serlo, dar la cara a los ciudadanos a los que se debía y que lo llevaron al poder. Eso no sucedió, y la crítica empezó a señalar ese aislamiento del líder estatal con su pueblo, condición que fue denunciada por pocos, a quienes con un dejo de censura nos llegaron a recriminar diciendo que no era esa la actitud del titular del ejecutivo estatal.
A pesar de ello, el tiempo poco a poco nos fue dando la razón y con mayor descaro, al final del gobierno del último Alfredo del Mazo; entonces se preparaba ya una de las traiciones más dolorosas para el PRI, ofrecer en bandeja de plata la entidad mexiquense a las arcas morenistas. Las continuas muestras del exceso de respeto por parte del inquilino de palacio nacional, a diferencia de algún otro opositor, y que eran hasta de halago, no dejaban nada a la imaginación.
Calificándolo (contrario a su costumbre), como un hombre “bueno, demócrata y respetuoso”, el líder morenista se refería a del Mazo, y entonces, la suposición tomó color, la entrega del último de los bastiones priistas estaba acordada, cristalizándose con el triunfo de la gobernadora Delfina Gómez, aunque no por el escandaloso margen de diferencia que se presumía tendría por encima de la que hoy renuncia al PRI, Alejandra del Moral; confirmando con ello, lo que se había comentado, Alfredo del Mazo colocó a del Moral para perder, condición expresada en su momento y que también fue objeto de descalificaciones.
Pero, por poco el acuerdo no se logra y Del Mazo habría quedado como “mal demócrata” ante el mandatario federal; como consecuencia del trabajo de las bases priistas, que, con el de los panistas y perredistas lograron acortar la distancia de la ventaja que manejaban en Morena. Fue un cierre de gran trabajo proselitista de campo, pues los líderes (los verdaderos), del tricolor, acostumbrados a, en muchas ocasiones trabajar sin el menor apoyo, haciendo equipo con panistas y perredistas, acercaron a la coalición opositora a la capitaneada por Morena, pero el tiempo no les alcanzó. Con tan solo una pequeña parte que hubiera hecho el gobernador, habría sido suficiente y el resultado podría haber sido distinto.
El alejamiento de cualquier acto público por parte del ex gobernador y de Alejandra del Moral tendría que haber sembrado la conjetura de que algo se estaba tramando, y no era precisamente para apoyar a la oposición, apareciendo la inquietud de que eventualmente el ex ejecutivo estatal en cualquier momento ocuparía alguna embajada como “pago” a su buen comportamiento. “Traidor” es como debe identificarse a quienes anteponen su interés personal por encima de lo demás.
A una semana de las elecciones, lo que expresó Alejandra del Moral es muy similar a la suposición de presentar a un millar de académicos, científicos, intelectuales (¿pagados?), que firmaron un manifiesto en apoyo a Claudia Sheinbaum, es, simple y llanamente, propaganda pura.
Apunte:
¿Se termina todo el 2 de junio?
Las elecciones que se llevarán a cabo el día dos de junio anuncian insistentemente desde hace mucho tiempo que no terminará todo ahí. Al conocer el resultado, en particular para la presidencia de México, ya sea en favor de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, comandada por Morena, o de “Fuerza y Corazón por México”, habrá reclamos, por cualquiera de las dos partes; no quedarán tranquilos y contentos tan solo aceptando la derrota, no. Respecto de la primera, aparece la figura del presidente Andrés López Obrador, quien nunca, nunca, ha reconocido una derrota, no tendría por qué empezar ahora, y por la otra, Xóchitl Gálvez se verá obligada a desconocer e impugnar el resultado, pues hasta el momento se han perdido el número de ocasiones en las que el presidente ha intervenido, además de la segura presencia y operación de la delincuencia, gobernadores morenistas, siervos de la nación y muchos etcéteras. Falta mucho para que esto termine, podría haber hasta una gran molestia social con lo que ello conlleva.