En El arte de la guerra Sun Tzu plantea que es importante no equivocarse al otorgar el mando a tus generales porque perderás la batalla. Lo mismo debe aplicarse a los partidos políticos: no se equivoquen al nombrar a sus candidatos, responsabilidad que en el pasado proceso electoral recayó en los presidentes de los partidos.
Al inicio de la semana, después del paso de la aplanadora que fue la elección, Morena (en voz de la secretaria de Gobernación) declaró que tendrá la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión. Claudia ganó con más del 60% del voto, pero sus candidatos a legisladores sólo alcanzaron alrededor del 54%, con esos números, según sus declaraciones, quieren hacerle fraude a la ley para alcanzar el 75% de las curules. La respuesta de los mercados y la bolsa de valores no se hizo esperar, así el dólar se ha devaluado casi dos pesos (12% aproximadamente) al 12 de junio y la bolsa bajó de manera inmediata 6.1%, fenómeno que no se veía desde marzo de 2020.
La parte más preocupante de la maniobra es que con esa mayoría absoluta Morena se prepara para dinamitar el Poder Judicial, incluida la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y eliminar todos los órganos autónomos que hasta ahora habían colonizado o paralizado (el INAI y el INE principal, pero no únicamente). A pesar de la respuesta oficialista para tratar de frenar esta reacción adversa, como el hecho de mantener al secretario de Hacienda o la conversación de la virtual presidenta electa con Black Rock, los mercados percibieron que México ha regresado a un régimen autoritario disfrazado de democracia, vamos, a 1970 (o antes), pero en el siglo XXI.
Así de claro. Morena nos está regresando al régimen de 1970. A la época del partido hegemónico y autoritario. Ciertamente, a los populistas jamás les ha interesado el buen desempeño de la economía, de ahí que veamos la enorme pobreza y el deterioro patrimonial de Venezuela, Cuba o Nicaragua. No obstante, el discurso de victoria de Claudia con el que pretendía dar una imagen de modernidad, inclusión y apertura democrática, las declaraciones de otros morenistas muy pronto la tiraron por la borda. Aun así, Morena tiene en sus manos la posibilidad, aunque sea remota, de convertirse en un partido democrático de mayorías, es decir, una agrupación política que lejos de aplastar a sus oponentes los escuche y modifique, en bien de todas y todos sus actitudes autoritarias y regresivas. Beatriz Paredes ha dicho: “…no confundan la voluntad mayoritaria de quienes han votado el 2 de junio. No se trata de votar por una regresión autoritaria. Se trata de seguir avanzando en un nuevo esquema de participación respetando el equilibrio entre los poderes y la diversidad de México”.
Los partidos opositores tienen mucho qué reflexionar si quieren seguir en la competencia política y reposicionarse en breve. Pero parece no ser así. El presidente del PRI, Alejandro Moreno, ha convocado a su asamblea nacional para buscar la reelección. Este longevo partido es el que mayor rechazo ciudadano genera. La reelección de Moreno no parece la mejor receta para atraer nuevos votantes. En el peor de los casos privará el desánimo entre su militancia, aumentará la deserción o la atracción hacia otras fuerzas políticas como el Verde o el mismo Morena que desde 2015 ha recibido enormes cantidades de priistas.
Por su parte MC, que parece una franquicia cuyo dueño es Dante Delgado, exmilitante del PRI, por cierto, quien también se colocó en los primeros lugares de la lista plurinominal del Senado, como el resto de los dirigentes y que será senador, a pesar de las amplias derrotas que sufrieron en su bastiones, Jalisco y Nuevo León, donde sus candidatos a diputados y senadores fueron derrotados.
Damián Zepeda, en el caso del PAN, insiste que el partido “se renueva o se muere”, y pone el dedo en la llaga al señalar que los resultados obtenidos, en buena medida, son responsabilidad de los dirigentes. Dice Zepeda, sí fue una elección de Estado es innegable, sí intervino el presidente violando la ley un día sí y el otro también, pero, ¿dónde estaban los dirigentes para denunciar y equilibrar la cancha en alguna medida?, ¿por qué no defendieron con mayor contundencia a Xóchitl de los ataques que sufrió? La alternativa no es seguir por el mismo camino con las mismas y viejas prácticas porque los resultados seguirán de mal en peor. Si de las derrotas no aprendemos a levantarnos entonces sí hemos sido derrotados.
Ahora, permítanme citar el artículo de Enrique Krauze en Reforma. El texto hace referencia a dos momentos históricos de México. En el primero menciona a Manuel Gómez Morín, específicamente a la carta que en 1928 envió a José Vasconcelos, quien pensaba podía organizar un movimiento como el de Francisco I Madero para ganar una elección presidencial. Don Manuel opinaba que había que fundar una organización orientada, y con la capacidad debida, para que, con ideas esenciales, constituyeran grupos capaces de expresar con fuerza un movimiento permanente de opinión pública.
Krauze cita a un eminente intelectual, vasconcelista lúcido y cercano al líder, Miguel Palacios Macedo quien le escribió “…usted ha hecho surgir una resistencia civil, su campaña ha sido un llamado al país para que viva espiritualmente, su pleito es a largo plazo”. Qué vigentes suenan ahora esas palabras. Krauze señala como una primera lección de esta experiencia histórica para el momento actual de México: “organicen institucionalmente a la oposición ciudadana. Hagan que esto dure. Los vencidos deben inventar a su Gómez Morín”.
En el caso de la segunda experiencia histórica, Krauze cuenta que el 1 de diciembre de 1976 José López Portillo tomó la decisión de nombrar a Jesús Reyes Heroles como secretario de Gobernación. El gran acierto de Reyes Heroles fue su decisión de limitar el poder al PRI, abrir paulatinamente el sistema de partidos de representación a la izquierda y darle aire a un PAN que parecía moribundo. De ahí la segunda lección: “el poder absoluto extravía a quien lo detenta. Desemboca en tiranía. En cualquier democracia, lo límites son necesarios. Los vencedores deben inventar a su Reyes Heroles”.
La oposición está más fuerte que nunca. No en los dirigentes partidistas que resultaron un lastre en casi todo el proceso. La oposición, la alternativa ante el poder absoluto, está en la sociedad. Esa sociedad que tuvo el valor de salir a la calle y gritar consignas, que debe organizarse e iniciar la resistencia. Esa sociedad tiene que entender que la lucha es de largo plazo y pacífica. Hay señales de que tenemos una sociedad fuerte y dispuesta a defender sus derechos y libertades. Faltan los líderes o lideresas. Sólo hay que darles la oportunidad y descubrir que son muchos los dispuestos a rescatar la democracia, sus instituciones y con ello a México entero.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.