Los partidos políticos que conformaron la coalición Fuerza y corazón por México han entrado en diversos reacomodos de sus dirigencias y situación interna. Por una parte, el PRD ha perdido su registro nacional, aunque conserva su presencia en algunos estados del país. El PRI, con su asamblea realizada y la evidente reelección de su líder Alito Moreno, se encamina a posicionar su agenda política en los medios y ha iniciado a todo vapor. En el PAN, no obstante la comisión que se nombró para la elección de sus dirigencias, todo parece indicar que será una elección que llevará a cabo un cerrado grupo de amigos de Marko Cortés que integran el Consejo Nacional. Por su lado, las organizaciones de la sociedad civil que apoyaron la candidatura de Xóchitl Gálvez, específicamente el Frente Cívico Nacional, perfila la intención de fundar un nuevo partido que, dejan claro, tenga rasgos ciudadanos.
Cualquiera que sea el resultado de todos estos movimientos, parecería que las cosas no cambiarán mucho en los dos principales (y más antiguos) partidos de oposición. Los grupos que los dirigen seguirán, lamentablemente, con las mismas prácticas (mañas). La cosa es que no creo que la situación que prevalece en esos institutos políticos responda al real sentimiento de los electores, o inclusos de los abstencionistas. Estoy convencido que los mexicanos quieren ver cambios que les favorezcan, quieren sentirse incluidos en los procesos internos de los partidos y que se representen sus intereses. Tanto militantes como simpatizantes y votantes independientes quisieran que los partidos, que no olvidemos son instituciones de interés público, no sean sólo reflejo de los intereses de los grupos que los dirigen.
Ante semejante panorama, muchos tenemos un montón de preguntas, especialmente ¿qué hacemos? La respuesta la podríamos tomar, por ejemplo, de un libro escrito por Marshall Ganz titulado Sí se puede, estrategias para organizarse y cambiar al mundo. El libro está dirigido a las organizaciones de la sociedad civil y a los partidos políticos que, a pesar de su muy mala fama actual, representan una parte de la sociedad. Considero que a todos ellos bien les serviría tomar varios temas estratégicos para su implementación en sus actividades cotidianas.
En su libro, Ganz escribe una frase contundente: “…conocer el bien no es suficiente para producir un cambio de comportamiento, se requiere amar el bien, y contar esa historia en la que podamos creer…” Quiero resaltar el último elemento: a los partidos que he mencionado les falta contar una historia que la sociedad entienda y crea como la más viable para enfrentar al gobierno, incluido el entrante. Una narrativa de contraste que interprete el sentir social alterno que requerimos y que sea mejor de lo que hoy se presenta.
Los partidos requieren adquirir liderazgo, ganar militantes y desarrollar la capacidad de movilizar los recursos (humanos, materiales, financieros…) necesarios para ser exitosos en la búsqueda del poder. En este complicado momento que vivimos, no sólo en México, por cierto, los partidos deben adherirse a los movimientos sociales preconfigurados y contarles nuevas historias en las que ellos participen, hagan suyas y protagonicen.
En los tiempos de crisis las personas que ejercen el liderazgo, especialmente las más talentosas, deben convertirse en símbolos de esperanza, fuentes de inspiración para sus bases. Cuanto mayor es la capacidad estratégica que pueda tener una organización, más fundamentadas, responsables y creativas deben ser las decisiones. Poner las bases para que la organización sea capaz de aprovechar las oportunidades únicas para reconfigurarse y actuar de manera eficaz.
Quienes se asuman el liderazgo deben comprender la estrategia y focalizarla, dedicar recursos específicos, juzgar sus causas, elegir adecuadamente sus batallas y aplicar todas sus baterías en ganarlas Deben plantear claramente sus diferencias frente a sus oponentes, deben tener presente que las oportunidades se presentan para generar un cambio de política pública que incremente el valor del voto de sus simpatizantes.
Para lograr los objetivos de sus estrategias las y los líderes necesitan, además de conocer suficientemente a sus bases, y también al público en general, tener claro cómo desean impactar para acrecentar sus militantes. Tres elementos fundamentales son:
- Motivación para su estrategia. Es necesario aumentar la creatividad e inspirar la concentración de entusiasmo, advertir los riesgos, ser persistentes y aprender de cada paso.
- Ingenio estratégico. La creatividad es un oficio que se relaciona con el dominio de sus herramientas, entre otras, el manejo mediático, la comunicación, la narrativa de un hecho, el discurso bien pronunciado en el momento especial, la presentación de una iniciativa, la lucha por una causa justa, en fin, las hay y muchas, el reto es saber elegir las más adecuadas para el momento.
- Aprender a resolver problemas nuevos. Los votantes esperan nuevos resultados ante los viejos problemas, estos solo se dan cuando hay un grupo plural que enriquece la idea original; se llega al debate en búsqueda de la mejor ruta para enfrentar el problema. Una buena idea sería contar con un grupo creativo que genere alternativas posibles y aproveche muchas de las ideas que capta de los electores o futuros militantes, es decir se requiere apertura e inclusión a la sociedad (y capacidad de escucha).
La lucha puede ser similar a la de David contra Goliat y el adversario sólo puede ser enfrentado cuando se sabe cuánta inteligencia se tiene y qué experiencia práctica de anteriores batallas se puede aprovechar. Utilizar de manera ingeniosa las herramientas adecuadas y no tener miedo de enfrentarse al adversario en el campo de batalla de las ideas, sabiendo que se representa una causa superior. Es decir, así como David tenía fe en Dios y creía que se vería favorecido por un ser superior, necesitamos líderes y lideresas, con un talante parecido al suyo, con la fortaleza de espíritu que lo llevó a ganarle a Goliat. Ahí están, hay que buscar entre las y los soldados; debemos encontrar a quienes han cuidado ovejas del peligro que representan leones y osos, quienes tienen la habilidad y el valor de enfrentar a los nuevos (y a veces poderosos) adversarios.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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