Así es la política…

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Publicado en Opinión

Así es la política…

Miércoles, 25 Septiembre 2024 00:10 Escrito por 
Alfredo Albíter González Alfredo Albíter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Hace poco estuvo de moda una frase que desafortunadamente dibuja de cuerpo entero a una gran parte de la idiosincrasia de muchos mexicanos. “Así soy ¿y qué?”. Ésta, refleja el valemadrismo que encierra una conducta que se presenta sin la mayor preocupación y que únicamente busca imponer una visión personal, aún por encima de los intereses de los demás.

¡Así soy…! ¿y qué? Puede ser la descripción que representa el temperamento de muchos, la cual es carente del mínimo de respeto y empatía con el que se muestra un significativo número de conciudadanos, y que atinadamente se presentó en una de las historietas más populares que ha tenido México, la cual apareció en el año 2011, para convertirse en un referente obligado.

El “así soy ¿y qué?” describe por sí misma la manera en la que se ve la vida desde una óptica indiferente y que busca satisfacer las necesidades de un sujeto, a pesar de incomodar en su entorno, ya que le estimula pasar por encima de los demás. El despojo de cualquier viso de preocupación, solidaridad o desvelo por sus semejantes, ya que no funciona con quien enarbola esta condición.

Ejemplos, por desgracia sobran, se pueden ver y descubrir todos los días materialmente en cada esquina; son, en términos prácticos, los enemigos de la buena convivencia social, a muchos exasperan y los califican de diferentes maneras.

La propia manifestación, aún detestable en todos los sentidos, bien se puede trasladar sin cortapisas a los flamantes representantes del pueblo, que, si bien son elegidos por medio del voto popular, no dejan de ser parte de esa masa que los eligió, y que son identificados como la clase política; no obstante, se sienten como si fueran de una manufactura celestial. Ellos, los políticos, son una prueba descarada e infame de esa realidad.

Nuestra clase política surge del pueblo mismo, no vienen de otro planeta, no, son los que verdaderamente representan el sentir y la forma de ser del mexicano, ¿por qué habría de sorprenderse nadie cuando de pronto toman decisiones que van en contra del supuesto mandato popular?

Peor aún, ¿por qué alguien podría creer que éste debe sacrificar lo que ganó, aún con mentiras, para dedicar su trabajo a hacer las cosas bien, o proyectar reformas que beneficien a todos, no a un grupo en particular? ¿Por qué tendrían que poner incondicional el gasto monumental que es y representa una campaña electoral?

Ni que los ciudadanos fueran tan importantes, lo que realmente sí lo es para ellos, es su popularidad, su seguridad, su vida, sus gastos, sus necesidades y mantenerse en el poder para manejar los recursos que es el objetivo. Están ahí, no para corregir, mejorar o encumbrar los beneficios de la sociedad, sino para mantener un estatus que, irónicamente, son los mismos ciudadanos que se lo otorgaron.

La costumbre de ofertar promesas que a simple vista son difíciles o imposibles de cumplir, no les representa ni el mínimo rubor por expresarlas; mientras más grandes e increíbles sean, parecen satisfacer a un, cada vez más nutrido, grupo de individuos que viven con la esperanza de que llegue un: “alguien”, convertido en mesías y les solucione los problemas que vienen arrastrando a través de los años.

No es propio de un grupo político en particular, es el ADN de la política: prometer, engañar subir como la espuma y despacharse a lo grande con el jugoso presupuesto de una nación. Sucede en muchas partes. Nicolás Maduro, el presidente venezolano, por ejemplo, no dejará por las buenas el poder, en Venezuela sueñan que eso suceda, pero no lo hará, porque además, sabe que la justicia vendría por él; su libertad o su vida están en riesgo.

En México, el pueblo no perdió la posibilidad de elegir libremente a quien debe administrar los recursos con las reformas que se avecinan, empezando por la del poder judicial que se está llevando a cabo. La muerte de las instituciones y de la democracia ocurrió en el 2018, que fue cuando la nación eligió libremente a su verdugo; a un personaje que ganó con la incipiente democracia, para luego tumbarla de una patada, con el fin de asegurarse que nadie más lograra conquistarla.

López Obrador tuvo el tino por resaltar lo peor de una sociedad, ahora en decadencia, gracias a las malas prácticas de los gobiernos que estuvieron al frente del país antes que él, por lo que fueron millones que pensaron, inocentemente, que éste sería diferente como tantas veces prometió y aseguró con desfachatez.

Nada más alejado de lo posible… “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, como lo ironiza George Orwell en su libro  “Rebelión en la Granja”. ¿Cuál sería la diferencia?, porque, las mentiras irán cayendo de una por una después de dejar la silla del águila por parte del presidente Andrés López Obrador, lo que desvela el hecho de que sí, fue igual.

Por lo anterior, no debería sorprender a nadie la decisión de Yunes Márquez, ¿por qué habría de sacrificarse si puede estar bien con quien “patea al perro”?, ni modo que los ciudadanos lo merezcan, primero está su tranquilidad. Lidiar con el poder o enfrentar la cárcel, no estuvieron nunca en su radar.

Pero entonces, ¿en dónde quedan los votos que le favorecieron de ciudadanos que guardaron la esperanza de que su sufragio contaría?, de pronto y con el enemigo incrustado en el INE, se arrebató de ese derecho a los que no piensan como los de la 4t, pero, eso… ¿qué importa? Mientras no exista una regulación a ello, esos políticos seguirán traicionando a sus votantes las veces que se les dé la gana. “Así soy ¿y qué?”, hoy más que nunca, lanza al mundo la forma de ser, de ver y sentir las cosas de nuestra clase política, empeñada en lograr su bienestar, no de la de quienes los eligieron, y que muchos obtuvieron un beneficio pasajero; la compra de votos de la que tanto se quejaron como oposición, ahora parece ser la norma, con una felicidad que, aún efímera, abraza a un poco más de la mitad de los que decidieron asistir a las urnas para elegir a su ejecutor.

“Así soy ¿y qué?” es el mantra que identifica a una gran parte de mexicanos.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio