Inicio una etapa en DigitalMex, espacio periodístico creado por mujeres profesionales que han dedicado su vida a la noble tarea de informar y analizar los acontecimientos que hacen la historia diaria del Estado de México.
Gracias, Diana, y a todo el equipo, por su generosa invitación que acepto emocionado, por el reto que significa tratar de aportar ideas y elementos en dos campos que me apasionan: uno desde hace 27 años, la comunicación y el segundo desde hace 14 años, la educación. Ambos son áreas de formación, contribuyen a crear ciudadanía y a forjar mejores seres humanos.
Desde que tuve la oportunidad de recibir mis primeros conocimientos de comunicación en el ámbito universitario, en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), he tenido la gran fortuna (o bendición, según se crea) de coincidir con gente generosa y talentosa en este campo, como: José Manuel Rueda Smithers, Margarita Neyra González, Alejandro Natal, Luis Alfonso Guadarrama, Lorena Yarza, Janet Valero Vilchis, Edith Cortés Romero, Natalia Ix-Chel Vázquez González, Lenin Martell Gamez, José Antonio Licea Cadena, por mencionar algunos, y de ellos –y de la práctica– he aprendido que todo pasa por la comunicación.
Algunos me dieron la oportunidad de acercarme “a la vida real” de este apasionante campo desde la academia y con otros he tenido la fortuna de coincidir en el ámbito profesional, fuera y dentro de las aulas. Me han enseñado que a partir de la información, se genera comunicación y por ella se producen percepciones que, en muchos sentidos, son realidad.
Y todo este recorrido lo traigo a la reflexión, porque considero que muchos de los problemas que percibimos actualmente, se derivan de una deficiente comunicación, que ha provocado –entre otras cosas- la pérdida de confianza en las instituciones. Si revisamos las encuestas, la confianza en –o la aprobación de– las instancias que deciden por y para la mayoría, ha descendido notablemente. De acuerdo con Consulta Mitofsky, por ejemplo, 16 de las 17 instituciones que miden desde 2008, –incluidos los medios de comunicación– cayeron en la percepción positiva de la gente y el promedio se ubica en 5.9. Reprobadas.
Hemos entrado en un proceso en el que parece que las autoridades se han conformado con “dar a conocer” lo que hacen, sin establecer espacios de diálogo con los ciudadanos y los sectores estratégicos. Las relaciones profesionales con los medios de comunicación, en general, se han deteriorado o hasta desaparecido; las campañas insisten en mostrar lo bueno y bonito, como si todo fuera maravilloso y las redes sociales –que nadie puede controlar– han evidenciado hechos y datos negativos que antes eran imperceptibles.
¿Qué pasará cuando nadie confíe en nadie? ¿Quién tendrá la suficiente legitimidad para conducir los esfuerzos de la sociedad en su conjunto, para instrumentar políticas públicas que beneficien a la mayoría y eleven las condiciones de bienestar? ¿Qué sucederá cuando nadie quiera comunicarse con nadie? En ese entorno, los espacios que ofrecen los medios de comunicación deberán profesionalizarse más y luchar por acrecentar su influencia.
Ricardo Joya Cepeda. Catedrático universitario y especialista en Comunicación Institucional.