Tener esperanza siempre ha sido algo muy necesario para la humanidad, la vorágine en la que nos tiene inmersos la racionalidad capitalista y en algún momento nos ha tenido la racionalidad socialista, hacen necesaria la idea de qué algo puede cambiar para bien y para siempre, que por allí hay una persona que puede hacer ese cambio realidad, una idea que ha sido interpretada y usada a su favor por distintos sectores del desarrollo humano: el político, el económico, religioso, etc, o tal vez todos ellos en su conjunto en un mismo sentido, al final del día ellos representan la racionalidad del sistema en el que vivimos.
¿De qué hablamos?, bueno, primero hay que clarificar a qué llamamos racionalidad; por racionalidad debemos entender el conjunto de ideas y valores que nos hacen actuar a todos en una misma dirección, la dirección de la racionalidad capitalista es la de la creación de riqueza y bienes, así a secas, una generación de riqueza que no termina necesariamente en nuestros bolsillos, pero para la que colaboramos con mucho entusiasmo.
Esa dinámica en la que estamos metidos desde hace mucho, desde luego que genera angustia, es el origen de muchos de los problemas mentales a los que estamos expuestos hoy en día, de ahí la importancia de la idea de esperanza, una necesidad que los líderes del mundo dicen puede satisfacer. Algunas religiones con la idea de la vida eterna y la riqueza después de la muerte tienen su propia promesa en torno a la esperanza y una vida nueva, y los políticos, tampoco se pueden quedar atrás, ellos son el cambio esperado y soñado.
La idea de esperanza llamó mi atención al inicio, a partir del conflicto suscitado en su momento entre Andrés Manuel López Obrador y Carlos Loret de Mola, un conflicto que polarizó aún más a la sociedad, en el que lo irreal ha sido ver a personas en redes sociales hablando de mentiras, corrupción, traiciones a favor de uno y otro, sin que absolutamente nada les conste, sin que tengan algún dato, es decir, sus acusaciones o defensa no van más allá de 2 cosas: su necesidad de tener esperanza -en algo y alguien- y su opinión personal, la que parte de esa hambre de cambio.
Hoy en el gobierno de la primera presidenta de México, la polarización de la sociedad continúa, sólo que ahora protagonizada por los mismos morenos y sus aliados, donde algunos cuestionan a quienes tienen el poder y los pisotearon para alcanzarlo y otros como si hablaran de un Dios, aseguran que la persona que está en medio del ojo del huracán, es el gobernante hombre o mujer, son el mejor gobernante, la persona más excepcional y hasta honrada, sin que tampoco les conste las bondades que les achaquen.
No es accidental todo esto, regularmente en el mundo de la política, buscando lograr la manipulación de las masas, se usa la estrategia del principio de simplificación y del enemigo único, para unos y para otros es necesario reducir la problemática social a un solo aspecto y por el otro meter a los adversarios en una misma bolsa como culpables únicos, de ahí que no sea extraño ver como quién puede hacer el cambio es “x” y todos los culpables del problema que vivimos sean “y”, liderados seguramente por “yy”, que aún sigue detrás de todos ellos.
¿No sé sí ya se preguntó algo?, ¿por qué nunca nos cuestionamos sobre qué tanta responsabilidad tenemos directamente en la situación que vivimos? o ¿qué tanta responsabilidad tenemos en satisfacer nuestra idea de esperanza? Siempre y en todos los escenarios, nosotros nunca tenemos responsabilidad alguna de la realidad que vivimos, de hecho, ni siquiera cabe lugar a la duda, además, tarde o temprano tendrá que llegar el mesías esperado que resolverá de una vez por todas, las aflicciones de nuestra vida.
Veía la publicación en redes sociales sobre un aspecto del trabajo espiritual, la idea era más o menos así: que somos tan flojos y egoístas, que preferimos crear la ilusión de ayuda a los demás, creando causas, luchas, etc., sin primero establecer cómo nos ayudaremos a nosotros mismos, si esto es así, creo que el asunto cruza antes que ayudarnos, por hacernos verdaderamente responsables de nuestra vida personal y social, incluyendo nuestras opiniones y por supuesto acciones.
Nadie puede asegurar algo al 100%, ni sobre sus propios hijos, entonces, creo que es muy arriesgado asegurar para bien o para mal, algo de un político o persona pública que en realidad no conocemos más allá de la pantalla de la televisión o el celular.
ADDENDA
1. Esta colaboración es un 95% idéntica, al contenido de otra publicada en al año 2022. El tema y la orientación sigue vigente, todos necesitamos sentir la sensación de esperanza, una esperanza que no generamos para nosotros mismos y que preferimos dejarla en manos de terceros, y que cuando creemos tenerla, la defendemos incluso sin ningún fundamento, ya que es mejor sentir que se tiene algo, que aceptar que nuevamente nos equivocamos y que, en realidad, la responsabilidad de nosotros corresponde a nosotros mismos.
2. Con los “jueces del bienestar” aplicará la de: “realmente no se mucho del cargo, pero tengo muchas ganas de aprender, así es que gracias por la oportunidad”, la vieja confiable que aplican las personas que son nombradas en cargos de relevancia, como pago a su lealtad política con algún personaje.