La madrugada del 9 de marzo de 2025, aproximadamente a las 04:00 horas, el Valle de Toluca amaneció con un fuerte incendio dentro de un predio que alojaba una gigantesca cantidad de desechos industriales, material plástico, papel y madera para reciclaje, ubicado en la colonia 5 de mayo, en Santa María Zolotepec, Municipio de Xonacatlán, Estado de México.
El siniestro se fue incrementando con las horas y generó una enorme columna de humo que pudo observarse desde muchos kilómetros a la redonda, incluso desde la Ciudad de México. Colindante con los municipios de Lerma y Toluca, que albergan amplios parques industriales en la zona y en sus cercanías circulan vías de comunicación importantes como la carretera Toluca Naucalpan y el Libramiento Nororiente Ruta de la Independencia Bicentenario, este desproporcionado incendio descubrió a ojos de la opinión pública nacional un fenómeno muy actual y pernicioso: el incumplimiento absoluto de la normatividad en términos de planeación urbana, ordenamiento territorial, uso de suelo, regulación comercial, seguridad industrial, protección civil y medio ambiente.
Las labores de control, confinamiento y sofocación del incendio se prolongaron por más de 70 horas de trabajo ininterrumpido por parte de los Heróicos Cuerpos de Bomberos de 18 Municipios y Alcaldías circunvecinos, cuyo trabajo escalonado y en equipo logró liquidar el incidente en su totalidad la noche del miércoles 12 de marzo. En apoyo al trabajo bomberil se sumaron la Guardia Nacional, la SEDENA, la Marina y la Coordinación Nacional de Protección Civil, por parte del gobierno federal; por parte del gobierno estatal participaron múltiples pipas de la Comisión de Agua del Estado de México (CAEM) y de los Organismos de Agua y Saneamiento Municipales, Protección Civil Estatal y las policías local y la mexiquense.
Aunque la Comisión Federal de Electricidad (CFE) emitió un comunicado aclaratorio y de deslinde de responsabilidades, negando que el predio fuera de su uso o propiedad, testigos presenciales, incluidos los propios Vulcanos y vecinos, refirieron que durante la remoción de escombros con maquinaria pesada, como parte del enfriamiento del material combustible aún humeante, se pudo ver todo tipo de artefactos y desechos calcinados dentro del predio, entre estos cables, transformadores y equipamiento propio de la industria eléctrica, lo cual evidenció el indiscriminado y caótico acúmulo de materiales peligrosos, principalmente tóxicos, cuyos efectos dañinos en la atmósfera y el subsuelo resultaron graves e irreversibles.
Adicionalmente, durante los tres días que duró el incendio, las partículas contaminantes emitidas a la atmósfera, generaron afectaciones a las actividades económicas, educativas y sociales de las comunidades aledañas, ya que algunas escuelas de educación básica decidieron suspender actividades, en beneficio del cuidado preventivo de la salud de las y los niños; algunas empresas e industrias vieron afectadas sus operaciones y, a través de los comunicados de las autoridades municipales, se restringieron actividades al aire libre y se recomendó evitar la zona a niños y adultos mayores.
El siniestro inundó las redes socio digitales durante tres días consecutivos; en las diferentes plataformas se veían las labores de los cuerpos de emergencia intentando sofocar el incendio, la columna de humo y las llamas de distintas alturas se estuvieron transmitiendo en todos los noticieros, acompañadas de elogios, agradecimiento y admiración ciudadana hacia los bomberos.
Sin embargo, los vergonzosamente ausentes fueron los responsables del inmueble, así como las autoridades encargadas de su regulación que, por la magnitud del predio, el giro económico al que se dedica y los materiales alojados implica la atención y vigilancia de los tres niveles de gobierno. La cantidad de normas técnicas, ambientales, de protección civil y de impacto estatal que no cumplió el predio siniestrado es indignante. Cabe señalar que por el tamaño del predio, el giro económico y la cantidad de material combustible alojado, es imposible que se le pudiera otorgar una Licencia de Funcionamiento sin antes cumplir con todas las regulaciones.
¿Nadie se dio cuenta de su operación? ¿Semejante cantidad de desechos apareció de un día a otro? ¿Los vecinos no vieron? ¿Y la autoridad? El gran fenómeno que prevaleció y que al final afectó a todos se llama: Indiferencia social. ¡Que su semana sea de éxito!
Hugo Antonio Espinosa
Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre
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