Microsismos: Aprender a convivir con ellos

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Microsismos: Aprender a convivir con ellos

Lunes, 02 Junio 2025 00:00 Escrito por 
Sin riesgos Sin riesgos Hugo Antonio Espinosa

En la CDMX se han percibido más de 200 microsismos en los últimos dos años y, a diferencia de lo acostumbrado, los epicentros ya no son en Oaxaca o Michoacán, sino en las alcaldías de Álvaro Obregón y Cuajimalpa. Aunque su magnitud es menor a 3 grados y, por ello, no se activa el Sistema de Alerta Sísmica, no deja de ser una evidencia del cambio geológico que experimenta la región debido a múltiples factores, los cuales deben ser conocidos y aprender a convivir con ellos.

En lo urgente, es menester establecer patrones conductuales y tomar medidas de autoprotección físicas y emocionales para adaptarnos a esta nueva modalidad de microsismos en el corazón del país. En primer lugar, es necesario aproximarse a qué significa el Peak Ground Acceleration (PGA), que mide la aceleración máxima del suelo en un lugar específico como consecuencia de un sismo. El PGA mide algo así como el “jalón” más fuerte que puede dar un terremoto en un sitio y representa una intensidad o parámetro.

La CDMX cuenta con una Red Acelerográfica que mide estos movimientos en centímetros sobre segundo al cuadrado (cm/seg²). Por ejemplo, el sismo de 1985, que devastó el Distrito Federal, tuvo una intensidad de 161 cm/seg²; el del 19 de septiembre de 2017 fue de 225 cm/seg²; y un microsismo del 17 de julio de 2019 fue de 314 cm/seg². Como puede apreciarse, el “jalón” de este microsismo fue doblemente más intenso que el de 1985 y no provocó ningún daño. ¿Cuál es la razón? La duración: el microsismo duró 2 segundos y el terremoto de 1985, casi tres decenas de minutos.

Por eso, muchos vecinos de las alcaldías de la CDMX que recientemente han experimentado con mayor frecuencia microsismos refieren que “se siente horrible, por un par de segundos, un fuerte jalón”. Así es, se siente un jalón que, al ser de baja magnitud (menos de 3 grados) pero alta de intensidad (pero muy breves), asusta mucho a la población, pero suelen pasar casi de inmediato. Algunos ciudadanos los refieren como acomodos del subsuelo, pequeñas caídas o asentamientos de los inmuebles.

¿Son peligrosos estos microsismos? En primera instancia, se debe aclarar que son provocados por fallas geológicas locales que atraviesan una ciudad con mucha actividad sísmica. La disyuntiva para quienes viven actualmente en la zona poniente de la CDMX es: o te adaptas a vivir con estos fenómenos cada vez más cotidianos o te cambias de ciudad, no hay de otra.

“Estamos en un mundo vivo, que constantemente se está moviendo”, asevera Francisco Lermo Samaniego, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, geofísico de profesión y maestro en Ingeniería Sismológica, experto en microzonificación y respuesta de suelos, quien en una entrevista para el Programa de Difusión Cultural de la máxima casa de estudios, Diario de los Asombros, el 23 de enero de 2024, en su versión podcast, dijo: “La Ciudad de México es una cuenca, estamos rodeados de fallas, estos sistemas los vamos a encontrar en toda la ciudad”. Los microsismos son un movimiento normal en zonas de estrés tectónico.

No obstante, el maestro Lermo Samaniego, quien ha realizado estancias en Japón y Noruega para investigar los fenómenos sísmicos, asevera que el auge de estos “temblorcitos” no solo se debe al estrés tectónico habitual, sino al incremento de la actividad humana obstinada en seguir perturbando los subsuelos: “porque le hemos sobreexplotado su agua en los acuíferos; alrededor del lago de Xochimilco hay 70 pozos de los que están sacando agua para la población, ya no se dan abasto; se saca más rápido el agua de lo que las lluvias lo recargan. Hay muchos poros vacíos en los acuíferos y, cuando llega un temblor, esos poros se compactan”, lamenta el experto.

No todas las grietas son fallas, indica; las fallas no se ven a simple vista: son hundimientos verticales que van de una zona más dura a una zona más blanda, provocados por la sobreexplotación del agua, principalmente. No hay razón para alarmarse en lo inmediato, pero sí para ocuparse en dejar de explotar el subsuelo como hasta ahora. Esto es Protección Civil. ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa
Funcionario, académico y asesor en gestión de riesgos de desastre
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