A nadie debería sorprender que, cuando se combate la corrupción, los primeros en gritar sean los que han vivido de ella.
Ayer dimos cuenta del bloqueo de la avenida Independencia, en Toluca, por cerca de 30 trabajadores del sector salud que protestaron, por indicaciones del sindicato SNTSA, frente a la Secretaría de Salud del Estado de México, para exigir la recontratación de personal presuntamente despedido de manera injustificada.
Hasta ahí, todo parecería una legítima protesta sindical. Sin embargo, cuando se mira más de cerca, el caso revela una realidad incómoda: la manipulación que intenta ejercer el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA) para seguir operando con los privilegios de siempre.
Fuentes cercanas desmintieron que hubiera despidos injustificados. Aseguran que los trabajadores cuentan con contratos vigentes y son sus jefes inmediatos quienes evalúan el desempeño de cada uno. Lo que hay detrás, advierten, es un grupo de choque financiado y respaldado por el propio sindicato mediante los llamados moches. No es coincidencia que entre los manifestantes haya incluso familiares directos de líderes sindicales.
El sindicato, al parecer, manipula a trabajadores contratados de manera eventual, conocidos como personal de confianza. Se trata de personas que mantienen una relación contractual temporal con la dependencia, de tres a seis meses, y cuya permanencia está sujeta a resultados y evaluaciones.
Aquí es donde el SNTSA estaría rebasando sus atribuciones, pues el contrato colectivo que rige a los trabajadores agremiados excluye expresamente cualquier intromisión sindical sobre este tipo de personal eventual.
Y tiene lógica: estos servidores públicos deben ser contratados según su perfil, capacidades y destrezas. Si las necesidades institucionales cambian o si el desempeño no es adecuado, la renovación del contrato simplemente no ocurre. Así debe ser. Porque no se trata de favores ni compadrazgos, sino de brindar servicios públicos eficientes y dignos a la ciudadanía.
Llama la atención la desesperación de los líderes sindicales. Todo apunta a que viven con temor ante los inevitables ajustes y el combate a la corrupción que se está emprendiendo en esa secretaría. Se abre la cloaca y no les gusta nada perder sus viejos privilegios. Años atrás fueron intocables, pero ese tiempo parece acabar.
Nos han hecho llegar información trabajadores del sector salud, quienes por temor a represalias solicitaron el anonimato, que refuerza esta tesis: el SNTSA está preocupado porque, durante la revisión de perfiles, se han identificado en la nómina de la Secretaría de Salud a aliados y familiares de los líderes sindicales, principalmente de Domingo Ortuño Maldonado, quienes no cumplen con sus funciones laborales, pero sí cobran puntualmente su salario.
La respuesta institucional ha sido clara: la Secretaría de Salud ordenó la apertura de una mesa de diálogo permanente entre autoridades y personal eventual para revisar cada caso. Y hay que reconocerlo: si algo distingue a esta administración es su política de puertas abiertas, con una línea gubernamental que respeta la libre manifestación, pero no tolera abusos.
Porque lo que realmente interesa a la población no es el show de pancartas y bloqueos, sino que el personal que labora en hospitales y centros de salud cumpla con el perfil académico, se presente a trabajar y trate dignamente a los pacientes. Esa es la transformación que se exige en el sistema de salud.
En la manifestación también estuvo presente personal de otros sindicatos del sector que, en lugar de respaldar al SNTSA, apoyaron la limpieza genuina del sistema. Esto dice mucho.
Y es que la existencia de “aviadores” dentro del SNTSA no es solo una vergüenza, es un problema serio: representa un gasto innecesario para el gobierno y una ausencia grave en los centros de salud donde estos supuestos trabajadores deberían estar atendiendo a la gente.
Por eso se han iniciado denuncias y acciones para identificar y dar de baja a estos falsos empleados. Porque no se vale que siga creciendo el cáncer de la corrupción justo cuando el sistema de salud transita hacia su federalización y transformación.
El SNTSA ha dejado claro que no le interesa la justicia laboral, sino mantener su red de favores. Pero el mensaje es contundente: se acabaron los tiempos de los intocables. El sistema de salud necesita limpieza, no más simulación.