Dolor y canto de un niño indígena
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Publicado en Opinión

Dolor y canto de un niño indígena

Miércoles, 03 Septiembre 2025 00:05 Escrito por 
Desde el Sótano Desde el Sótano Raúl Mandujano Serrano

El periodista medita sobre el informe presidencial, pero deja de escucharlo… De fondo se oye una canción que canta un niño indígena —el “Chapa”, me dice sonriente mi siempre amable waitress Brenda—: “Mataron al periodista por decir lo que decía, no fueron balas locas, fue la cobardía. En mi cuaderno escribo cosas que nadie quiere leer, la verdad es peligrosa si la dices… sin poder”.

El listado de logros de la Cuarta Transformación es grande, pero más grandes parecen ser las tragedias del país. La canción impacta y se escucha más sombría dentro de esa cafetería del Centro Histórico, con paredes de piedra. Ahí también se tomó un jarro de café el revolucionario Otilio Montaño, a quien se le atribuye la redacción del Plan de Ayala (con ideas de Zapata) y quien fuera ejecutado por traición al movimiento.

La canción sigue escuchándose: “Mi tierra tiene color, pero ya no brilla. Cada calle lleva sangre, en cada esquina una pesadilla. Mi tío no volvió, se lo tragó la balacera. Aquí no hay futuro, solo se espera… La escuela queda lejos cuando hay miedo en cada paso. El gobierno me sonríe, pero no me abraza, dicen que soy niño, que no debo opinar. Pero si no hablo yo, ¿quién va a gritar?”.

El informe describe una terminante reducción de la inseguridad con más del 25 por ciento de acciones contra el homicidio. Es decir, se salvan 22 vidas cada día con el impacto de las investigaciones, la inteligencia policial y el ataque a la impunidad, sobre todo en casos de secuestro y feminicidio, y es que se atienden las causas… Pero en las calles se “tienen otros datos” que no logran conectar con lo que se vive a diario. Seguramente, dicha desconexión tiene su origen en lo que se dice y la forma en cómo se dice. En Toluca, por ejemplo, el alcalde presume faenas diarias fenomenales de bacheo, pero no se ven; la gente no sabe dónde están. Recibe premios nacionales sobre acciones que aún no dan resultados.

El periodista sorbe de su café americano sin azúcar mientras la canción llega a su cúspide, a la parte de la escala diatónica: “Aquí también se llama, aunque nadie lo vea; aquí también se sueña, aunque el miedo nos rodea. Yo no quiero abrazos con quien pacta con el fuego… Yo quiero paz, yo quiero un Bukele pa’ mi pueblo”.

Cifras que no sonríen a la gente

La doctora Claudia Sheinbaum Pardo mostró el rumbo que toma su administración. Su llegada a la Presidencia de la República es, por sí misma, un hito histórico al ser la primera mujer en ocupar el cargo más alto del poder ejecutivo en México. El deseo —refiere el amanuense—, para ella y para México, es que esta crisis de inseguridad, salud, educación, del campo, de migración, con las relaciones con Estados Unidos, con los cárteles, con la poca venta del chocolate bienestar, el aeropuerto, la refinería, los trenes, el daño ambiental, con los medios de comunicación, se solucionen pacíficamente, con eficiencia en las políticas públicas y dejando atrás ese discurso de la oscura noche neoliberal.

Los asistentes a la sede aplaudieron, al puritito estilo priista, cuando habló de la esencia y grandeza cultural de los pueblos indígenas, del reconocimiento a sus tradiciones y su reiteración de “primero los pobres”… Pero no de la violencia en sus comunidades ni del miedo de sus niños: “Aquí también se llora, aunque nadie lo diga; aquí también se canta… aunque se rompa la vida”. Nos vemos en otro sótano.

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