Nunca existió la medianía
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Nunca existió la medianía

Miércoles, 03 Septiembre 2025 00:00 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

Cada vez que se toca el tema respecto de la abundancia de los recursos económicos con los que cuentan destacados políticos de la 4T y que no tienen ningún empacho en presumirlos, se tiran al piso alegando una persecución de sus adversarios políticos.

En principio: ¿cuáles adversarios? No los hay, y los que deberían serlo se encuentran arrinconados, asustados y con miedo de ser perseguidos por el nuevo sistema, que ahora contará con el visto bueno del poder judicial elegido por medio de “acordeones”, identificados con su movimiento.

Aunque no habría por qué molestarse, menos preocuparse. “Primero los pobres” dio luz a una política innovadora, percibida desde su inicio como austera. “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre” fue el banderazo de salida para una forma diferente de presentar a la nueva clase gobernante, impulsada por el expresidente Andrés López Obrador.

Fueron varios los episodios en los que gente allegada al tabasqueño se salió de esa austeridad; como consecuencia, terminaron por ser expulsados del paraíso. Entre ellos están, tan solo por citar algunos ejemplos: César Yáñez y Santiago Nieto; el primero, muy allegado al tabasqueño, y el segundo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). Ambos personajes no tuvieron reparo en celebrar sus bodas a todo lujo, pagaron caro esas ostentosas celebraciones.

Difícil controlar a tantos inquietos morenistas para que se guardaran excesos. La indicación de López Obrador era clara: evitar exhibir una vida contraria a la que impulsaba como política de Estado; tenían que ser ejemplo a seguir. El propio exmandatario sabía que los ojos de muchos mexicanos estaban encima de las actividades que él realizaba para exaltar sus contradicciones en caso de encontrarlas.

Sin embargo, pese a ese circo montado en la austeridad traducida en una medianía acorde al grueso de la sociedad mexicana, fue presentada como ejemplo de la determinación firme de renunciar a los lujos y darle sentido a las palabras del líder morenista, que exigía moverse en un vehículo discreto y calzar tan solo un par de zapatos; no obstante, tuvo muy poco tiempo de vigencia.

Con el tiempo, los escándalos contrarios a esa vida discreta que obligaba a sus seguidores, funcionarios públicos y a los integrantes de su movimiento, y sobre todo a sus colaboradores más cercanos, se fueron multiplicando. Incluso, ni siquiera sus hijos guardaron compostura para exhibir desobediencia, lo que encolerizó a López en varias ocasiones.

La medianía presumida por López Obrador deja en relieve que nunca existió para ellos. Por otro lado, no puede ser por elección: la mayoría de los mexicanos no tiene la posibilidad de conocer la vida llena de privilegios con la que ahora gozan en la 4T. Las camionetotas, los viajes, las casotas, los barcos, la ropa, los relojes, etcétera, exhiben a una clase política que no se interesa ya por ocultar su verdadera cara.

Pero si para el padre del movimiento morenista fue complicado meter en cintura a su gente, que además es conocido por imponer sus decisiones por encima de todos los demás, para la presidenta Claudia Sheinbaum, quien heredó simbólicamente, a través de un bastón, el mando de éste, lo ha sido aún más.

El límite con el que se le permite mover a la mandataria exhibe su falta de control del gobierno y, por ende, de quienes deberían cobijar su política pública, que además, sin ningún problema, ella misma presumió durante su primer informe de gobierno, al excluirse en gran parte de su administración para elogiar al expresidente.

El discurso de la medianía, tan utilizado por el expresidente Andrés López Obrador, permitió a su grupo adueñarse de organismos autónomos, conquistados en su momento por fuerza de la exigencia social, alegando que había corrupción, herramienta preferida para darse gusto en hacer lo que le venía en gana —aunque, a decir verdad, no se demostró que la hubiera—, siguiendo entonces el plan, similar al que llevan a cabo en sus países personajes como Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Díaz-Canel, etcétera.

La medianía entonces es conformarse con lo que dispone el gobierno para subsistir; no hay posibilidad de aspirar a algo mejor, a la idea de poder comprar dos pares de zapatos y un par de tenis, o de desear adquirir un vehículo de modelo reciente, o de viajar, entre otros “lujos”. Debe entenderse que eso está reservado para los que ellos determinen que está bien.

En conclusión, la medianía es una forma de vivir con lo indispensable, recibir apoyos sociales y no aspirar a lujos inmorales; sin embargo, ésta se encuentra reservada para el pueblo bueno y sabio, pues es el que tiene que aceptar, porque no es la misma para la nueva élite política; menos aún se le puede cuestionar sus gastos, bajo la amenaza de que, al hacerlo, podrían caer en la no muy lejana posibilidad de ser señalados como traidores a la patria.

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Alfredo Albíter González

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