Atender las causas, objetivo fracasado
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Atender las causas, objetivo fracasado

Miércoles, 19 Noviembre 2025 00:15 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

La repartición de dinero sin intermediarios desde el principio ha tenido un propósito firme y claro: amasar la mayor cantidad de beneficiarios que, a la postre, se traducen en votos. Ese fue, en sí, el principal motivo que llevó al expresidente Andrés López Obrador a construir la maquinaria compuesta por los “Servidores de la Nación”, cuya encomienda en cada entrega fue la de decirles a los beneficiados: “Se los envía el presidente”.

El disfraz aparentemente perfecto que partía de la idea de “atender las causas”; de forma particular, el que se refiere al programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, le dio el pretexto para seleccionar a quienes recibirían el “apoyo” gubernamental, a sabiendas de que, “cuando lo necesitara, estarían ahí para defenderlo”.

Sin embargo, fue presentado por el tabasqueño como fórmula infalible para evitar que los jóvenes cayeran en la tentación de formar parte de grupos delincuenciales; pocos creyeron en la eficacia del plan. No podía ser posible que, entregando dinero a ese sector de la sociedad, se resolvería el problema. No lo fue.

A pesar de los reportes en seguridad pública que indicaban poca o nula efectividad de ese propósito, y de las evidencias mostradas en plataformas sociales de que el dinero repartido por la administración lopezobradorista le servía a quien se encontraba inscrito en el programa para otras cosas y no precisamente para “construir un futuro”, la opacidad de la medición de resultados nunca permitió valorar los avances; y entonces, el proyecto fue presumido como exitoso y nunca cambió o mejoró.

Se puede constatar que la intención no fue precisamente la de dotar de herramientas a la juventud para abrirse paso con mejor preparación para su futuro. Lo que sí sucedió es que, como con otros sectores sociales, también éste se dividió: entre los que recibían el apoyo y se sintieron comprometidos para defender al gobierno, y los que insisten en fabricar su porvenir con esfuerzo y estudio, alejados de la “amabilidad” del gobierno.

Las cosas no van bien y eso lo entienden quienes heredarán el futuro de México, porque se dan cuenta —y no necesitan que “alguien” se los explique— de que, al día de hoy, no existan avances en seguridad, ni en economía, ni en salud. Considerar que aquellos son de fácil manipulación y por obligación tienen que creer todo lo que ha venido sosteniendo la 4T, es taparse los ojos para no ver que, potencialmente, y si se agrupan y llegan a tomar fuerza, los jóvenes tienen la capacidad de desequilibrar a cualquier gobierno.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la semana previa a la marcha del 15 de noviembre de la autodenominada “Generación Z”, estuvo tratando de desacreditar el legítimo interés y derecho de la manifestación, al estilo de su antecesor y padrino Andrés López Obrador, asegurando la intervención de oscuros intereses de la “derecha” internacional.

Sheinbaum no acepta que actualmente la seguridad pública es el talón de Aquiles de su gobierno, gracias a que la delincuencia, sobre todo la organizada, creció a niveles nunca antes vistos durante el gobierno de Obrador; a quien, sin embargo, ha defendido una y otra vez.

Con lo anterior, la mandataria deja ver que ha tomado la determinación de evitar enfrentar el problema con la fuerza y capacidad que tiene el Estado mexicano, y ha optado por silenciar a quien no esté de acuerdo con él. No importa si tiene que inventar diferentes enemigos para soportar su decisión o, como sucedió en la marcha del 15 de noviembre, realizar un operativo para evitar el llenado del Zócalo capitalino.

La inseguridad no se va a corregir con discursos, sino, en primer lugar, persiguiendo y deteniendo a quienes dan protección. La lista de personajes bajo sospecha es incalculable; no obstante, no hay un solo detenido y éstos continúan en sus cargos como si nada. Por eso, los delincuentes siguen actuando con absoluta libertad.

Ese cóctel ha arruinado la paz pública; no obstante que se intente imponer el discurso de que ha disminuido estadísticamente. La danza de los números únicamente deja ver que el gobierno actual, como ha sucedido a lo largo de la historia con otros, cuando las estadísticas no entienden de política gubernamental y evidencian la realidad que molesta al poder, las somete, cambiando nombres a diversos rubros para ocultar la verdad.

Es tan absurdo escuchar, con bombo y platillo, que los índices delictivos han bajado a niveles históricos y que, tramposamente, se miden con lo peor de las estadísticas que acusan el mal manejo que tuvo el gobierno del tabasqueño, que causa escalofríos por la desfachatez con la que se hace.

La verdad se imponen y el INEGI reporta la sensación de un pueblo que se declara con mayor miedo por lo que sucede en sus ciudades, pueblos, localidades, muy lejos de sentirse mejor. ¿Cómo convencerlos, cuando la sensación de inseguridad y terror domina el ambiente?

¿Cuál es el remedio que propone el gobierno de Sheinbaum?

Es precisamente la terquedad del sistema de la 4T por sostener un proyecto que no es suyo y que no es viable; ya lo dijo con todas sus letras: no romperá con la política implementada por su antecesor; tampoco se investigará o se perseguirá a nadie identificado con Morena.

El humor social está llegando al límite; las diversas manifestaciones así lo delatan. La urgente necesidad de desacreditarlas por parte de la mandataria también lo demuestra. El “¡Fuera Sheinbaum!” y “¡Fuera Morena!”, desde luego no la tienen nada contenta; son gritos de enfado que se siguen incrementando, y la opción de incriminar a los manifestantes, bloquear las entradas al Zócalo y presentar a más policías agresivos, a diferencia de otras marchas, no parece ser la respuesta correcta.

Menos aún lo son los programas sociales, evidenciando el fracaso de “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Lo que no quiere acusar recibo Sheinbaum es que los jóvenes y diferentes sectores de la sociedad no aprueban a su gobierno y están hartos de la inseguridad.

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