“Quizá todos y todas quisiéramos creer en los Reyes Magos”, me dice Brenda, mi siempre amable waitress de esa antigua cafetería del centro histórico, mientras de fondo se escucha a André Rieu en Home for Christmas, un clásico navideño que al amanuense le agrada. Brenda platica que sólo en apariencia las cosas parecen estar bien, pero no es así. Los feminicidios no se detienen; y no, han ocurrido 73 durante este año en el que “llegaron todas”, pero de esos, el 80 por ciento tiene que ver con violencia en el hogar. Es algo en lo que fallamos en sociedad y que pone en entredicho la salud mental de los mexicanos.
Quizá por eso los políticos mexicanos encuentran pretextos en las estadísticas para creer que todo está bien. El poder enferma a quienes suponen que legislar es “levantar la mano” solamente. Está el caso del diputado del Partido del Trabajo Wblester Santiago (le quito el apellido de su mamá porque su conducta le resta la existencia de ella). Gritaba ebrio ser “el diputado de Metepec” y agredió física y verbalmente a empleados de Town Square, Metepec. Sí, cualquiera puede emborracharse, pero ¿el diputado que nada hace, que vive de su “beca legislativa del bienestar”, agrede a trabajadores?
Y mientras eso ocurre, la violencia sigue marcando el destino del país. Durante 2025, hasta el día de hoy, se tiene un registro de 73 personas asesinadas al día, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, pero las cifras negras duplican esa estadística, que no contempla a esas 5 mil 147 personas desaparecidas, ni a los cadáveres caídos en los enfrentamientos entre miembros del crimen organizado, o en las matanzas que se ven a diario en los noticieros, o las víctimas colaterales que, de acuerdo con Human Rights Watch, superan más de mil víctimas, o por la limitada capacidad de investigación en las fiscalías, incapaces de aclarar los más de 70 feminicidios en el año.
Bajo la mirada de quien le habla, las cosas no avanzan más de lo que hubiera hecho otro gobierno.
Ayer escribí mi carta a los Reyes Magos; aún no les llega. Debe pasar por aduanas, y si salió en correspondencia por el Felipe Ángeles, quizá tarde más que un envío de Temu, pero ahí, y con el riesgo de que no me traigan nada, les pedí que, si en su familia alguien está ausente por desaparición, por un asesinato, por enfermedad, si no tienen dinero ni son de los afortunados en tener una beca del bienestar, si su demanda no avanza por necedad o ignorancia de un nuevo juez, o simplemente debe permanecer en alguna cárcel por un delito que no cometió, que en Navidad sean bendecidos con mucha paz. Que 2026 les devuelva la fe en este país y que sus heridas sanen para disfrutar diariamente de su familia.
De fondo hace eco en esas viejas paredes se escucha: “Tú, que estás lejos de tus amigos, de tu tierra y de tu hogar, y tienes pena, pena en el alma porque no dejas de pensar. Tú que esta noche no puedes dejar de recordar, quiero que sepas, que aquí en mi mesa, para ti tengo un lugar. Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta Navidad”… Le expresó a mi amable waitress Brenda, que deseo seguir viéndola en el 2026, y que si la fortuna la coloca en otro escenario laboral, recuerde las anécdotas del sótano y viva.
Gracias a la directora de Digitalmex Miriam Montiel y a esa gran familia por acoger a este escribano Desde el Sótano. Felices fiestas de paz… Hasta otro Sótano. Mi X @raulmandujano
