Conforme pasan los días se esfuman más y más aquellas apasionadas publicaciones en redes sociales a favor o en contra de tal o cual candidato. Hay una tensa calma, tensa por la justificada incertidumbre de las decisiones que tome AMLO con su ascensión al poder el próximo mes de diciembre.
Hasta ahora todo ha fluido de formas muy civilizadas entre los actores políticos entrantes y salientes, salvo algunas excepciones locales, que ya también se han apaciguado.
De tanto que se ha dicho sobre el arrase de Morena, en todo el país, y en el otrora priista Edoméx, pocos analistas han comentado algo que me causa gran inquietud: la basura que trajo el efecto López Obrador.
Quienes estuvimos en el campo de batalla electoral, somos testigos de cómo desde el frente Morena, se fraguaron las peores campañas negras y se siguen orquestando movilizaciones de choque, al puro y vil estilo priista, que tanto criticaban ante las cámaras.
Dejaron ver que no son otra cosa que más de lo mismo, pero en color vino. Las mismas mañas, las mismas mentiras, solo que esta vez acompañadas de una elevada dosis de doble moral; criticar en otros lo que uno hace es el mayor reflejo de la incongruencia.
Muchos de estos personajes, en breve, nos van a gobernar; pero esa incongruencia no es lo peor de su “cartera”. Lo peligroso viene cuando sabemos de presidentes municipales y diputados electos, que nada conocen del quehacer político y llegaron de chiripa a esas posiciones. Otros tantos, traicionaron a sus viejas huestes con tal de acceder al hueso.
Lamentablemente, la opinión pública vive en su luna de miel del cambio y no ha reparado en analizar los desastrosos papeles que desempeñarán algunos de los triunfadores, parte por sus mañas, sí, pero también por la ignorancia y falta de capacidad.
Laydas Sansores hay en todos lados, con ese cinismo, con esa demagogia, bajo el amparo de la promesa del cambio.
También sabemos de cuadros de gran mira política. No todo lo que llega es malo, pero de que el efecto AMLO trajo basura, la trajo.