De alguna manera, o como se acostumbra ya a paranogonar “aiga sido como aiga sido”, López Obrador ya tiene la Presidencia de la República y con muchas posibilidades de llevar a cabo buena parte de su plan de gobierno, pero la pregunta obligada desde el 1 de julio es y será durante toda su administración: Después de él ¿quién?
Después de que gobernó el entonces Distrito Federal, el más viable a sucederlo, como así ocurrió, fue Marcelo Ebrard Casaubón. Ebrard, quien fue galardonado como el mejor alcalde del mundo, ha jugado un papel importante antes y después de la campaña de AMLO. Ahora como virtual canciller su posición juega un rol aún más importante, después de haber tenido la capacidad de abrir brecha en sectores políticos y empresariales de Estados Unidos. Se le atribuye el acercamiento de Andrés Manuel con funcionarios cercanos al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien lo reconoció horas después de las votaciones del 1 de julio.
Pese a ese nivel y capacidad de Ebrard, éste deja algunas dudas e interrogantes sobre si podría ser el mejor sucesor en la Presidencia una vez que su padrino político deje el cargo. Marcelo Ebrard, desconoció algunos logros en el Distrito Federal de AMLO. Y Miguel Angel Mancera terminó de hundir los avances de los dos gobiernos que lo antecedieron. El más vistoso, la descomposición de la policía que había mejorado con López Obrador.
El portal de noticias SDP calificó la gestión de Mancera con rigor por haber dado la espalda a la línea de sus tres antecesores, al traicionar a Ebrard y los logros alcanzados, los cuales se vieron opacados. Definió que su gestión no tuvo rumbo. Citó el caso del incremento al boleto del Metro en casi el doble de la tarifa, la caída del servicio, el aumento dramático de la delincuencia e inseguridad y la orgía inmobiliaria, entre muchos otros retrocesos como el uso del tolete, la patada y el puñetazo contra todo tipo de ciudadanía pacífica, al estilo de la represión de dictadores gorilas de los años 60 y 70.
Esto es, la corriente de izquierda perredista que representó la llegada de AMLO al gobierno capitalino no tuvo la delicada visión de formar los cuadros idóneos que dieran continuidad a un proyecto sustentado en el compromiso de, precisamente, la corriente de izquierda que anhelaba un cambio a nivel nacional como el que encabeza López Obrador. Las contradicciones en el seguimiento de un programa de gobierno sólido fueron marcadas no sólo entre Mancera y Ebrard, sino también entre éste y el actual presidente electo a la Presidencia.
En diciembre de 2007 Marcelo Ebrard dijo que el Distrito Federal que el gobernaba estaba a salvo del estancamiento que prevalecía a nivel nacional. Sin embargo, su nuevo Hoy No Circula puso en duda los resultados ambientales del gobierno de López Obrador en el DF y desató acusaciones entre funcionarios de la anterior administración con la suya.
La Unicef declaró que la medida no desincentivaba la adquisición de automotores y que era un paliativo y no solución a fondo y provocó enojo entre los funcionarios salientes porque dicha acción ponía en duda los avances en materia ambiental. Antes, Claudia Sheinbaum, como secretaria de Medio Ambiente, dio a conocer la mejora en la calidad del aire, “lo que representaba cada vez menos una amenazas para la salud gracias a la inversión de mil 200 millones de pesos”. Tres meses antes una fuerte polémica que puso en duda las bondades del gobierno de Ebrard se desató con el impopular nuevo reglamento de tránsito, la puesta de los radares para multar por exceso de velocidad y el gravoso pago de tenencia en 2006, así como reducir la vida de los autos nuevos de diez a ocho años, lo que agravó el mediocre y corrupto programa Hoy No Circula.
Esas medidas no sólo hicieron chocar al gobierno de Ebrard con el de AMLO sino con la misma ciudadanía. La interrogante para estos seis años es ¿Quién será el sucesor de AMLO que garantice que sus logros no serán cuestionados o echados para atrás?
*Presidente de la ONG Franature
