No sólo los de abajo están normalmente contra los de arriba...también los de arriba están contra los de abajo, a veces sin siquiera darse cuenta. Esta es una de las muchas enseñanzas que nos deja la buena literatura.
Por ejemplo, el escritor polaco Gombrowicz señalaba en su novela Memorias de Inmadurez: ¨¿contra quién el tío se ponía en la boca una ciruela más? Contra el pueblo!¨.
Un ejemplo de la vida real más cercano a nosotros, es el controvertido caso reciente del reloj de lujo de Tatiana Clouthier, que suscitó en la campaña su exhibición de un costoso Rolex mientras la ¨ Tía Tatis¨, como cariñosamente la llaman sus admiradores -entre los que me encuentro— coordinaba la exitosa campaña de Morena, basada en la austeridad y el principio de Primero los Pobres. La misma Tatiana compartió una vieja fotografía de sí misma en la que también aparece con el Rolex. "Aquí fue un año después de que mi esposo me lo regaló después de que tuve mi hijo, ¡búsquenle!", agregó desafiante.
Si Morena insiste tanto en la importancia de moralizar la vida pública tendrán que hacerse cargo de que en la política son muy importantes los símbolos y que todo lenguaje y actos en el ser humano son simbólicos.
Es necesario reflexionar sobre éste y otros casos ¨inconscientes¨ de cómo a las personas se nos olvida que todos nuestros actos buscan algo, pero también van en contra de algo o de alguien. Esto es más cierto que nunca en política, aunque las melosas palabras de los participantes lo nieguen, con excepción de ¨Lady Champagne¨ (que no cuenta con mi admiración) que al celebrar su triunfo electoral llamó a sus adversarios, entre palabras altisonantes, ¨cucarachas fumigadas¨.
El Instituto Nacional Electoral (INE) no siempre puede ni debe meterse a vigilar y/o sancionar estos y otros tipos de conductas electorales o ¨celebraciones¨ postelectorales. Aunque hoy la lucha marxista de clases ha quedado obsoleta, y se quiere dejar atrás la reducción que hacía el filósofo filonazi Carl Schmitt a la dupla amigo-enemigo como base de la política, lo cierto es que el antagonismo no ha desaparecido de las sociedades.
Pero como concluye Lorenzo Córdova en su participación en el libro ¿por qué leer a Schmitt hoy? (Ed. Fontanera, 2013), tenemos que ¨vacunarnos frente a las tentaciones anti-democráticas¨.
No se trata de construir al enemigo, ni de insultar al oponente, sino de respetar al adversario que a veces tiene razón en lo que le critica. En la democracia, se trata de respetar la diferencia. Ni los fifís elitistas, que igual se dan en la ¨alta sociedad¨ que en los sindicatos y otras mafias y castas, ni lo que algunos llaman gentuza refiriéndose a los populistas (que hoy pululan en todos los partidos y en las mejores familias), son ejemplo de lo que en este país buscamos como futuro deseable.
No será fácil, pero si se van a dejar atrás los arrogantes demonios del neoliberalismo, que se sustituyan por verdaderos demócratas que se distingan por el respeto a las diferencias. Dicho sea, con todo respeto...