De la miseria feliz y su paraíso infortunado, los capítulos de la relación arbitraria en el plano de los contrarios que mutuamente se niegan pero al mismo tiempo se afirman, esos que han surgido al calor de la victoria o la derrota de los comicios del pasado 1 de julio, confieren validez a la teoría del ser humano dividido sin rasgo alguno de anormalidad.
Así ha sido al menos durante el ultimo medio siglo en nuestro país, con memorables casos, por cierto ya olvidados y hasta perdonados, que hicieron de la cívica concurrencia ciudadana a las urnas ejemplo de martingalas democráticas cada vez menos sofisticadas, meras fachada de un sistema más dispuesto a la simulación que al cambio.
Igual el caso del capitalismo salvaje o economía de libre mercado (neoliberalismo), donde el barco de la abundancia navega en los mares de la escasez, y el desorden crea sus leyes para perpetuarse y ampliarse, impulsando la economía de ficción (financiera) hasta el siguiente y no lejano ciclo de la devastación.
Los “científicos del alma” llaman a esto esquizofrenia, lo cual puede ser en realidad una forma de coerción social o de opresión de postulantes para realizar visitas permanentes al diván y generar ganancias al propietario, tal como sugirió el especialista húngaro-estadounidense Thomas Szasz.
Como sea, episodios no tan viejos y otros recientes en materia política y económica ratifican que “la predicción es muy difícil, especialmente la del futuro”, y que siempre hemos estado iluminados por la oscuridad.
Lo anterior no tiene nada qué ver con quien será el nuevo responsable de bajar (o subir) el interruptor en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el próximo gobierno federal (uno de los casos más significativos de esquizofrenia política, ya para bien o para mal, según se quiera ver), o con el titular de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Tampoco parece estar vinculado al hecho de que banqueros, agencias calificadoras de riesgo financiero al servicio del “1 por ciento” y hombres de negocios vean a viejos diablos estatalistas bailando y escondidos en esos nombramientos, anticipando desastres financieros en las inversiones oficiales (igual o peor que las del neoliberalismo vigente).
Todo esto tiene ver, más bien, con el hecho de crear fantasmas a modo, conforme a las circunstancias, por eso los representantes de la depredación internacional y nacional presagian riesgos con la inversión en Pemex que, se anuncia, hará el próximo gobierno en materia de refinación porque, aseguran, esta no es rentable (lo cual, claro, se le tendría que preguntar a todos los que nos venden, desde el exterior, ocho de cada diez litros de gasolina que se consumen en nuestro país).
Es lo mismo en el caso de la supuesta persecución de comentaristas anti-presidente electo, incluso antes de que los declaren como tal, presagio de que, en efecto, la autocensura seguirá su marcha invicta, como ha sucedido sexenio tras sexenio, antes por motivos de ajustes en la plantilla laboral o de expansión, hoy camuflada hasta por razones de ignorancia tecnológica, víctimas de la “destrucción creativa” (de Schumpeter, que todo lo renueva, aun la moral) pero nunca por causas de facturación (la Ley Chayote ya muestra sus bondades).
En estos casos y para no generar ambientes insidiosos que buscan obstaculizar el nuevo espíritu de “reconciliación, perdón y olvido”, se puede aceptar que los hombres de negocios (empresarios, financieros, de telecomunicaciones, de medios informativos, mineros, etc.), colgaron no algunos directivos y opinadores como prueba de libre y desinteresada renovación, sino una herradura de la buena suerte en la puerta de sus cabañas o chalet´s suizos (que para honra de un país rico como el nuestro, los ricos nunca pueden faltar en esta lista, así sean unos pocos) y en esa forma caer en blandito y estar a tono para la consecución de sus planes, siempre en bien del país.
Se dirá que eso es absurdo, pero el físico danés Niels Bohr, premio Nobel, llegó a decir al respecto que, cierto, es absurdo, “pero me han dicho que funciona incluso si uno no cree en ello.”
Hay que creer entonces que todo es parte de un subterfugio político inventado para intentar dividir a ricos y pobres e impedir así el disfrute de una ejemplar y armónica desigualdad, resumida en la fotografía, sin fotoshop ni poses, entre el supuesto representante de “Los de abajo” y el de “Los Fifís” o de Arriba”.
Lo que sí es demencial, según las reacciones, es eso de condonar 43 mil millones de pesos por adeudos de energía eléctrica (CFE) a los morosos en Tabasco, como si no fuera suficiente con el populismo neoliberal que ha canalizado entre 38 mil y 40 millones de pesos anuales al pago de intereses del Fobaproa (engendro salinista-zedillista, saqueo bancario del que todavía se adeudan más de 918 mil millones de pesos, más otros 217 mi millones del rescate carretero), y canaliza más de 600 mil millones de intereses a la deuda pública.
Cada cual su populismo, conviene decir que la paz solo se ve alterada por los violentos y sus cadáveres descuartizados, ejecutados y encajuelados (31 mil durante 2017, toda una gesta), y uno que otro (muy pocos) gobernador o funcionario corruptos, ocasionalmente necesarios para no olvidar parte de la esencia humana (y de paso, evitar un manotazo autoritario que no sólo promueva la reducción de sueldos, bonos y otras prebendas de magistrados y jueces, sino incluso la desaparición de todo el Poder Judicial argumentando escasa actividad, nepotismo descarado o ya encarrerado, franca inutilidad por esquizofrenia judicial).