Pensar es investigar. Una investigación parte de un problema. El problema de Holmes es, evidentemente, el delito y cómo resolverlo. El cómo es el método científico, que consiste en entender el problema y plantearlo, observar, formular o imaginar hipótesis, comprobar y deducir.
Seguir el pensamiento de Sherlock Holmes es aprender a usar este mismo método científico que en el Siglo XIX era una novedad aplicarlo al trabajo detectivesco. Hoy es un modelo ideal, caracterizado por una mente escéptica e inquisitiva, para pensar y tomar decisiones, plantear, estructurar y solucionar problemas.
Holmes nos enseña que la observación de los hechos y los datos precede a la teoría. Para observar se requiere tener una conciencia plena o atención consciente. Ya a finales del Siglo XIX, William James, el padre de la psicología moderna, escribió que ¨la facultad de volver a encauzar la atención que divaga de una manera voluntaria y repetida es la raíz misma del juicio, el carácter y la voluntad...la educación que mejore esta facultad será la educación por excelencia¨.
Detenerse a reflexionar constituye el primer paso de ese proceso. Antes de empezar a reunir datos, nos hace falta saber qué datos necesitamos...y para eso se requiere adquirir previamente una visión de conjunto de la situación. Tener claros los objetivos con antelación, saber dónde mirar.
Si quiere usted ahondar en este tema, hay dos libros maravillosos: uno, escrito por Maria Konnikova, ¿Cómo pensar como Sherlock Holmes?, es una visión práctica y entretenida de las estrategias mentales que caracterizan al célebre detective (Editorial Paidós, 2013).
El otro, una espléndida compilación de Umberto Eco y Thomas Sebeok, El Signo de los Tres (Editorial Lumen, 1989), contiene ensayos de alto nivel académico sobre Augusto Dupin, el detective que creó Edgar Allan Poe (iniciador del género policíaco en la literatura en 1841 con su relato sobre Los crímenes de la calle Morgue), sobre el propio Sherlock Holmes y anécdotas y ensayos comparativos acerca de Charles Peirce, fundador de la escuela filosófica del pragmatismo estadounidense.
Los trabajos reunidos parten de una premisa fascinante: comparar el pensamiento de Charles Peirce, el padre de la semiótica moderna, con los métodos empleados por los más famosos detectives de la literatura, Dupin y Holmes.
Una gran oportunidad de aprender a través de estos escritos al penetrar en el fascinante y profundo tema de la mente y el lenguaje.
A final de cuentas, aprender a pensar bien.