La estrategia es clara: generar la percepción de que las cosas están cambiando y que ahora sí se harán bien, pero los hechos acreditan que no necesariamente ocurrirá así.
Cuando a Confucio le preguntaron ¿qué haría primero si estuviera al frente del gobierno? respondió: “Corregiría el lenguaje. Si el lenguaje no es correcto, entonces lo que se dice no es lo que se quiso decir, entonces lo que se debía hacer permanece sin ser hecho. Y si permanece sin ser hecho, entonces se deterioran la moral y las artes. Si la moral y las artes se dañan, la justicia se extraviará. Si la justicia se extravía, la gente se quedará confundida y desamparada. Por lo tanto no debe haber arbitrariedad en lo que se dice. Esto es importante por encima de todas las cosas”.
Es así que la estrategia –que mejoró el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en su última campaña- es comunicar que todo estaba mal y es necesario cambiarlo e incluso desaparecerlo, y la mayoría de las personas mantiene en su ánimo que así es.
Un estudio de De las Heras Democtecnia –que se divulgó ayer en Radio Red- indica que el presidente, Enrique Peña Nieto, tiene una aprobación de 26 por ciento. Entre los mexicanos, 64 por ciento consideró que su gobierno lo hizo mal, lo que contrasta con el inicio de su gestión, cuando cuatro de cada 10 ciudadanos consideraban que iba a ser “un gran presidente” y que resolvería los problemas más sensibles del país.
Ante la pregunta “¿Estás mejor o peor que hace 6 años?” Casi siete de cada 10 mexicanos expresó que el país está peor.
En ese contexto, el mensaje de Andrés Manuel López Obrador y de los representantes de Morena, se ha enfocado a subrayar la necesidad de que las prácticas y mucho de lo que se ha hecho estaba mal y debe modificarse o desaparecer: el modelo educativo, el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, la comunicación del gobierno federal, la política energética y hasta el domicilio de las dependencias federales, para ubicarlas fuera de la capital del país, por mencionar los temas más visibles.
El ejercicio de gobierno –a partir del primero de diciembre- significará un desgaste natural, aunque el llamado “bono democrático” -la cantidad de votos que recibió Morena el primero de julio-, les otorgará margen de maniobra hasta para equivocarse… pero no alcanzará los seis años.
La complejidad de los problemas que enfrenta el país y que en algunos casos no se han resuelto desde hace varias décadas –como la pobreza- o que en los últimos sexenios se han agravado –como la inseguridad-, colocará al gobierno morenista en circunstancias en las cuales deberán resolver relativamente rápido y bien, aunque la forma de comunicarlo hará la diferencia.
En el caso del Estado de México, este miércoles inició el primer periodo ordinario de sesiones de la LX Legislatura. A la sesión solemne, asistieron el gobernador, Alfredo Del Mazo Maza, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Sergio Javier Medina Peñaloza.
El mensaje en común –tanto del gobernador, como de los legisladores- fue de respeto mutuo, coordinación y “colaboración” para construir acuerdos, con el objetivo de garantizar el desarrollo de la entidad.
“El gobierno respetará la soberanía del Poder Legislativo y le ofrece colaboración permanente, buscando en todo momento que las determinaciones que tome el Congreso sean para beneficio de cada mexiquense”, expresó el gobernador Del Mazo y manifestó su confianza de que “las diputadas y los diputados, harán un ejercicio responsable de sus funciones, una actuación comprometida con las instituciones”, y que tendrán la mayor determinación “para mantener la estabilidad política, sobre la que por tantos años ha descansado la gobernabilidad en el Estado de México”, subrayó.
A su vez, el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Legislatura, Maurilio Hernández González, aseguró que la oposición “hará valer su papel histórico y será responsable ante los graves problemas que enfrentan los mexiquenses, seremos un auténtico contrapeso del poder Ejecutivo”.
El escenario no se observa sencillo para el Ejecutivo mexiquense, pero lo ocurrido en el Senado de la República, donde –luego de un acuerdo cupular- sí le autorizaron la licencia a Manuel Velasco, para que regresara como gobernador de Chiapas, envía señales de que todo puede ocurrir, y la oposición -que ahora se muestra lista para “arribar al poder”- podría flexibilizar sus posturas, “por el bien de la gobernabilidad del Estado de México”.
Es política, pura política.
PERCEPCIÓN
Hablando de la Legislatura, los priistas –en realidad el gobernador- decidieron por la experiencia para dirigir a su grupo parlamentario y determinaron que Miguel Sámano Peralta, quien logra la reelección inmediata, sea el coordinador de sus 12 diputados. Sámano es excelente operador y sabe cómo establecer diálogo con los adversarios y cómo persuadirlos. Desde 2009 ha sido legislador local en tres ocasiones.
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¿Los diputados se atreverán a derogar la Ley del ISSEMYM para responder al rechazo generalizado?
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