Todos fuimos jóvenes y, cuando lo fuimos, creíamos, pensábamos que la justicia era de libre acceso sin distinción. Creíamos que las utopías de libertad y seguridad, hermanas gemelas, caminaban a la par y era posible transitar con ellas. Hoy los jóvenes universitarios lo creen y, por lo tanto, lo reclaman.
Ellas, con el miedo que abre su garganta y grita #NiUnaMenos. Ellos, con la valía que buscan tener al manifestarse en contra de la muerte de quienes vieron en las aulas, de aquellos y aquellas con los y las que compartieron la tarea, la banca o algún amor. El temor, les ha infundido rebelión.
No están dispuestos, ni deben de estarlo, a vivir en la zozobra cotidiana, en la falta de quehacer de las autoridades que no los ven y tampoco, como diría Fox, los oyen.
La esperanza, como cita Eduardo Galeano, es algo que “a diario intentamos guardar en el bolsillo, pero que la dura vida tira y se nos hace trizas”.
Es hora de que se incorpore a los códigos penales el delito de “estupidez”. Esa estupidez que las autoridades ejercen a diario y que no nos permite ver que ni siquiera hemos sido lo suficientemente responsables para pasarle a los muchachos el testigo que recibimos. Porque la generación “X”, en la que la mayoría embona, vivió libre y, si bien tenía preocupaciones, no era por perder la vida al tratar de salir adelante asistiendo a la universidad.
En este mundo, donde tantos hablan sin nada decir, debemos escuchar y entender que ellos hablan diciendo, argumentando, reclamando la justicia que merecen tener.
No es posible que sean atropellados por el temor de cruzar un puente peatonal en el que los asaltan. No es posible que las autoridades de “seguridad” no sean capaces de proveérselas y deban entregar, a cambio de no recibir un disparo, sus celulares, laptos o cualquier otro gadget, que más que ser un artículo de lujo, es parte de sus instrumentos de estudio.
¿Qué pasa? ¿Hacia dónde pretendemos que caminen quienes pagarán las pensiones por las que hoy se lucha? ¿Hasta cuándo entenderemos y realmente creeremos esas trilladas palabras de que “son el futuro de México”?
Nuestros jóvenes se aglutinan diciendo “¡BASTA!”. Actúan con la responsabilidad que pesa sobre sus hombros, con la ansiedad de esa paz en la que quieren crecer.
Hoy plantean una batalla en la que todos deberíamos pelear. Se trata de su futuro, del futuro del Estado de México, del país. Es hora de que el gobernador Alfredo del Mazo pelee al lado sus gobernados por la esperanza de la entidad. Es momento de recuperar y sembrar el respeto y la credibilidad en los gobiernos, en las autoridades, en la justicia, en el bien que debería de ser algo para el común, para el pueblo que lo eligió en democracia.
Los estudiantes creen en esa democracia, en la que escucha la diversidad de voces que conforman el pueblo al que gobierna. Pero, de verdad, hay que escucharlos.