La palabra proviene del apellido de un granjero del Estado de Virginia, Estados Unidos, Charles Lynch, quien actuaba como juez en una especie de tribunal irregular durante la guerra de Independencia de 1782, fue famoso por las penas que aplicaba a los criminales para mantener el orden en aquella época.
Partiendo de la base de que los linchamientos son crímenes ocasionados por multitudes, que de acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) éste se da porque ya hubo una impunidad, y es cuando los ciudadanos se toman la justicia por su propia mano, al desconfiar de la justicia que debería proveer el gobierno.
Sin embargo, y a pesar de que el tema es de eminente importancia, a la fecha no se han presentado iniciativas en el Congreso.
El complicado problema de seguridad que padece México, ha provocado que la población utilice éste fenómeno social ante la aparente ingobernabilidad de las autoridades que parecen rebasadas por el crimen común y especialmente, por el organizado.
Es precisamente éste último que a provocado el surgimiento de grupos de autodefensas, quienes incluso, desafían a las autoridades.
En un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, señala que en los últimos 26 años se han registrado al menos 366 casos de linchamiento, en diferentes partes del territorio nacional, principalmente en la zona centro-sur, y se asocia a los delitos como robo, con un 50%, 16.2% por atropellamiento y otros accidentes viales, y 6 y 7% por violación, asesinato o secuestro.
Los picos de linchamientos, que son considerados atípicos, se registraron en 1997 con 27 casos, 2010 con 47, 2013 con 40, en el 2014 se dieron 63 en diferentes estados de la República Mexicana. Esta incidencia se ha dado con mayor frecuencia en Puebla, Estado de México y el Distrito Federal (Ciudad de México), y se considera que de 2010 al 2014 se registraron un promedio de 32 casos por año, no obstante, el estudio de referencia concluye en 2014.
Cabe destacar que los intentos de linchamiento han aumentado y se considera que de cada cinco casos, uno es llevado a cabo, aunque no todos los linchamientos tienen un final mortal.
Recordemos que en el 2004, siendo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el ahora flamante presidente electo Andrés Manuel López Obrador, había declarado a esa entidad como una de las zonas más seguras, cuando el 23 de noviembre de ese año, en San Juan Ixtayopan, delegación Tláhuac, 300 habitantes agredieron a tres agentes de la extinta Policía Federal Preventiva (PFP), los cuales, según reportes, se encontraban en investigación de actividades de narcomenudeo, y fueron precisamente personas dedicadas a esta actividad, quienes aparentemente señalaron a los elementos policiales como presuntos secuestradores de niños, lo que provocó una reacción violenta y pasional de la comunidad que terminó por linchar a los elementos.
El Secretario de Seguridad Pública de la capital, era en ese momento Marcelo Ebrard Casaubón, próximo canciller de México, en el desafortunado acontecimiento, que además, ha resultado ser el único transmitido en televisión nacional, en consecuencia la nación entera fue testigo del desenlace trágico, la desinformación del pueblo fue aprovechada por los presuntos delincuentes que vieron amenazado su modus vivendi, quienes azuzaron a la comunidad, que sin saberlo, obedecieron a la provocación, cayendo en el engaño para linchar a Víctor Mireles Barrera, Cristóbal Bonilla y Édgar Moreno Nolasco, que son los nombres de los policías federales, sin embargo, los pobladores aseguraron haberlos sorprendido tomando fotografías a menores de edad, y fueron acusados de secuestradores, para después de salvaje golpiza atarlos a postes de luz y quemados vivos, mientras tanto, elementos de policía de la capital brillaba por su ausencia, no hubo rescate, menos la aplicación de un protocolo para enfrentar este tipo de circunstancias, mostrando una gran ineptitud e incapacidad por quien dirigía a la policía capitalina.
Pero además, y sólo para recordar, fue precisamente en Tláhuac en donde resultó abatido Felipe de Jesús Pérez Luna, alias “El Ojos”, líder del Cártel de Tláhuac, en la colonia La Conchita, identificado por las autoridades de inteligencia federal como el responsable del trasiego de drogas en todo el corredor de Valle de Chalco del Estado de México y Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan y Coyoacán de la Ciudad de México, con actividades del control de venta de droga dentro de Ciudad Universitaria, pues ahí no era molestado por ninguna corporación policiaca, en cambio se sospechaba que recibía protección policial, que según las investigaciones, estaban a la orden del “Ojos” y le advertían de operativos o de la presencia de agentes federales en los puntos de venta de droga, y casualmente no existía ninguna investigación en su contra, de su familia o su círculo de sicarios, la investigación involucró a Rigoberto Salgado Vázquez, delegado de Tláhuac por Morena, aunque a la fecha ninguna carpeta de investigación se ha judicializado.
De la fecha en la que se hace el estudio del Instituto, al día de hoy se han presentado otros eventos fatídicos, en los que se han visto involucradas personas que a pesar de no haber cometido ninguna falta o violación a la ley, resultan ejecutados por una multitud, lo que se ha prestado para que presuntos delincuentes. al amparo del anonimato, provoquen a la comunidad con acusaciones falsas, pero distraen la atención con esta influencia que recae en un pueblo desconsolado y ávido de justicia, con tan sólo un señalamiento de tal o cual persona de haber cometido algún hecho delictivo para obtener como resultado, una reacción violenta.
Por ello, es de pensarse visitar alguna comunidad, o que por alguna razón como viajeros, se tenga que pasar por víveres, a descansar o simplemente a pasear, porque se puede correr el riesgo de ser señalados por quien así se le ocurra, de haber cometido algún delito, o pretender llevarlo a cabo, y terminen sus días en una trágica muerte en manos del monstruo inconsciente de las mil cabezas, porque a pesar de estar penado por la ley, es complicado llevar a cabo un procedimiento bajo esas circunstancias.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 17 párrafo I determina. “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho. Toda persona tiene derecho que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial…”