Toluca/Estado de México
México es un país de cultura excepcional, donde a lo largo de la historia la realidad y los misterios se han mezclado para crear leyendas increíbles, algunas de las cuales han prevalecido a través de los siglos.
Encuentran más piezas en el Cerro del Toloche
Una de estas historias misteriosas es la que guarda el cerro del Toloche, ubicado en la zona norte de la ciudad de Toluca, Estado de México, donde existen ruinas arqueológicas.
El lugar está lleno de historias aterradoras, leyendas, mitos y más. A lo largo de los años, la aparición del Diablo vestido de charro es una leyenda que los habitantes de Santiago Miltepec vivieron hace décadas.
Los relatos de personas que vivieron en los años 40 y 50 cuentan que, al regresar de su trabajo, transitaban por un camino elevado que conectaba con lo que ahora se conoce como Circunvalación. En aquella época, esa calle no era transitada y solo se podía recorrer a pie.
Por las tardes, las personas caminaban de regreso a sus hogares, pero en ocasiones veían a un hombre vestido de charro, montado en su caballo, que salía de la cueva y les decía:
“Amigo, ¿quiere cambiar su vida? Yo le doy mucho dinero a cambio de su alma”.
Muchos hombres de esa época, asombrados, relataban estas historias a sus esposas.
Alejandro Álvarez, vecino de Santiago Miltepec, comentó que en una ocasión su madre le contó que varios hombres aceptaron el trato del famoso charro. Estos hombres entraban a la cueva ubicada en la parte alta del cerro, pero nunca volvían a salir.
Los familiares iniciaban la búsqueda, pero no podían acceder a la cueva, y con el paso de los años, los habitantes del poblado decidieron sellarla.
Según la leyenda, al entrar en la cueva, el charro recibía a los hombres y les ofrecía dinero a cambio de dejar su firma escrita con sangre de la vena de la mano izquierda.
Después, eran guiados a ver montones de dinero y un paraíso lleno de árboles frutales de todas las especies. Se les permitía tomar lo que quisieran, siempre y cuando firmaran el pacto.
Actualmente, la cueva del cerro permanece cerrada con varias capas de cemento, que con el paso del tiempo se han ido hundiendo, como si la propia boca del diablo la estuviera devorando.