Toluca/Estado de México
En temas de salud se dice que tenemos otro cerebro independiente en nuestras entrañas, que junto con una compleja comunidad microbiana, influye completamente en nuestro bienestar general. Hablamos del intestino, que actúa independientemente del sistema nervioso central, pues tiene más neuronas que la espina dorsal.
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Según los expertos, existe evidencia de que todo lo que altera o equilibra el ecosistema de microorganismos que habita en el intestino humano (microbiota), tiene una relación estrecha con el cerebro y el sistema nervioso. Por ejemplo, hay síntomas extradigestivos asociados al síndrome de intestino irritable, como el dolor de articulaciones y de cabeza, dermatitis atópica, hormigueo en manos y pies, y hasta depresión,
Para entender los problemas de salud es fundamental la conexión cerebro–intestino y sistema inmune, pues al presentar síntomas digestivos y extradigestivos, se genera malestar general por la activación del sistema inmunológico y digestivo. Esto quiere decir que el aparato digestivo incuba al germen de otras enfermedades que impactan a otros sistemas del organismo, por lo tanto el tratamiento adecuado debe estar dirigido a aplacar la respuesta inmunológica.
Existe una larga lista de enfermedades, consideradas en un principio, como no digestivas, que abarcan desde la ansiedad, fatiga, migraña, infertilidad, alergias, problemas articulares y en la piel, problemas autoinmunes y más, todas ellas estacionadas sobre todo en pacientes con síndrome de intestino irritable.
Actualmente la medicina funcional, entiende y trata al intestino como un órgano que puede enfermar al resto del cuerpo. El equilibrio entre el cerebro, el intestino y la microbiota es garante del buen estado de salud. Hace 2500 años Hipócrates dijo “Toda enfermedad empieza en el intestino”.
