Toluca/Estado de México
Pasaron dos años para que los feligreses pudieran regresar a la ceremonia presencial del Día de la Candelaria, la mayoría con la fe puesta en que la pandemia por Covid-19 concluirá pronto y otras más convencidas de que la emergencia sanitaria demostró que lo más importante es mantener la fé.
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María de la Luz Morales Ríos llevó a bendecir 12 figuras, junto con su esposo, acompañó a su mamá que desde el 2019 no había vuelto a la Catedral, pues las condiciones sanitarias no lo permitieron. Esta familia presentó dos niños de familiares que al no estar casados debieron buscar padrinos casados por la iglesia, pues la tradición dice que no se pueden acercar aquellos que no tienen el sacramento.
Los demás, fueron regalos que le dieron a la mamá de Luz, en algunos casos figuras rotas y que mandaron a arreglar, pero platicó que su mamá teje la ropa para vestirlos, y confecciona los ropones.
Dijo que es una tradición “hermosa”, pues se trata de mantener unida a la familia, preservar el amor a dios y creer que hay esperanza para que todo mejore, además reconoció que su mamá es muy católica y los dos años pasados decidió seguir la ceremonia a través de las redes sociales.
“La fé la lleva uno en el corazón, pero igual es bonito poder acudir a la catedral y escuchar la palabra de dios en su casa”, consideró.
Fidencio Gómez García y su esposa llevaron a seis niños con diferentes tipos de ropones y de distintos tamaños. Este matrimonio acudió tras dos años difíciles, comentó, pero consideró necesario retomar las actividades.
Este comerciante ambulante dijo que son oriundos de Toluca, busca recuperar o mantener las tradiciones, recibir la bendición de Dios y a la par, expresó que sintió una alegría "inigualable" de ver a tanta gente reunida.
"Apenas ni para comer sale, pero le hace una la lucha. Hay que seguir trabajando, le pido a dios que nos ayude", señaló.
Aunque en este caso la Catedral se veía abarrotada y destacaban cientos de canastas dónde la gente transportó sus figuras, la mayoría de las personas procuró mantener una distancia entre feligreses, tanto en las butacas como en los pasillos. No sé quitaron el cubrebocas, pero no había despacho de gel.
La mayoría de las vestimentas fueron recicladas, admitieron los entrevistados, pues el costo de la ropa fue muy elevado este año, casi todos vestidos de blanco con algunos detalles azules.
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