El pasado primero de julio por la noche, miles de mexicanos fuimos testigos de un gran paso democrático para nuestro país, que por primera vez en su historia votó por una tercera opción de gobierno orientada a la izquierda.
Andrés Manuel ganaba con una votación histórica que arrastró también al triunfo a cientos de candidatos al Senado, gubernaturas, diputaciones locales y federales, así como de presidencias municipales de la coalición encabezada por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El partido del presidente alcanzó así la mayoría casi “absoluta” en el poder legislativo federal y en muchos congresos locales como el Estado de México, en donde desde el primer día sus diputados han mostrado su ímpetu para impulsar acciones que si no fueron analizadas con cuidado terminarán por ser un balazo en el pie para su propio partido político.
Más allá del merecido triunfalismo y de las promesas de campaña que todos los partidos políticos lanzan a la población, los gobiernos entrantes tendrán ante sí un enorme compromiso social que representa el haber sido objeto de la esperanza de millones de mexicanos en una nueva opción política.
Pero las acciones de gobierno no pueden entenderse por sí solas, y tendrán que tener el respaldo de un poder ejecutivo y legislativo para poder aterrizar acciones en lo municipal, que es donde verdaderamente reside el desgaste y desencanto social al ser la primera autoridad que tiene que atender y resolver los problemas de sus gobernados.
Y eso tiene que analizarse con cuidado, sobre todo cuando los legisladores de Morena no han contemplado con mucha atención que muchas de las iniciativas o propuestas que han utilizado como banderas de su política las han hecho desde el terreno de la oposición, y no desde el gobierno.
Como muestra un botón: el tema de la alerta de género por los feminicidios que se viven en el Estado de México, y analizan se traslade a los 125 municipios mexiquenses; no hay que olvidar, que a partir del primero de enero del otro año, muchos de los municipios que presentan una grave tasa de inseguridad serán gobernador por representantes emanados de su partido.
Habrá que ver si entonces los posicionamientos tan enérgicos que hacen hoy desde la tribuna en contra de las autoridades municipales en materia de salud, seguridad pública, servicios y recursos serán los mismos que cuando estén gobernado ellos esas demarcaciones.
No es lo mismo pedir y exigir más recursos para seguridad u obras públicas sin la responsabilidad que conllevan, ahora como mayoría, de no tener mayores pretextos al aprobar o destinar los recursos necesarios para los fines que tanto exigen.
Al final, si bien quienes hemos vivido desde el interior de una administración pública sabemos a ciencia cierta que las buenas intenciones, la legalidad, o la correcta administración de recursos a veces no alcanzan para satisfacer las principales carencias históricas de muchos municipios, miles de mexiquenses sólo buscan respuesta inmediata a su entorno de vida diario.
Ojalá que desde el gobierno mexiquense, el gobierno federal, pero sobre todo desde el poder legislativo local se trabaje de manera coordinada para ayudar a los 125 municipios, que no por haber cambiado de color político podrán resolver de un día a otro los grandes retos que enfrenta una entidad a la que todos los días llegan decenas de mexicanos a vivir.
Esperemos que todos abonemos, desde el espacio que nos toque a fortalecer las instituciones que todos los días nos permiten convivir como sociedad y que son capaces de amalgamar nuestras grandes diferencias en la diversidad más allá de los partidos políticos que las encabecen.
No hay nada peor que pasar de la esperanza a la decepción, ni tan doloroso de lo que significa darse un balazo en el pie…
• Tip: “En ningún momento es la libertad de expresión más preciada que cuando uno se golpea el pulgar con un martillo”.
Este domingo, miles de mexicanos participaron en la marcha en contra de la consulta que avaló la construcción del nuevo aeropuerto en Santa Lucía lo que representó el primer ejercicio en contra de las decisiones de un gobierno que aún no inicia.
Sin duda, cualquier forma en que la sociedad civil se reúne y de manera organizada y dentro de la ley externe su punto de vista, siempre deberá ser bienvenida pero sobre todo respetada, por eso es preocupante que durante días se haya pretendido denostar esa expresión al tratar de hacerla pasar como una marcha de “clases” colocándola incluso etiquetas como la “Marcha Fifí.”
No podemos ignorar que si bien Andrés Manuel llegó con el voto de 30 millones de mexicanos, también es cierto que un importante sector de la población no votó por su opción política, y a partir del primero de diciembre tendrá el reto de gobernar para todos.
Lo que no podemos, como sociedad, es banalizar una marcha por el simple hecho de quienes participen en ella o quienes la organicen, al final el derecho de disentir por lo que sea debe ser un ejercicio que nos fortalezca y no que nos divida por el simple hecho de pensar diferente.
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