Para sostener la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) prácticamente se cerró el aeropuerto de Toluca, a pesar de que en algún momento registró hasta 4 millones de usuarios y sus operaciones bajaron hasta 600 mil pasajeros, con el objetivo de provocar la saturación del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y justificar la “obra faraónica” en Texcoco, advirtió el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Durante una conversación en el programa televisivo “Tercer grado”, el presidente electo defendió la decisión de suspender el proyecto aeroportuario, que en su momento fue planteado como una de las grandes obras que formaría parte del legado del presidente, Enrique Peña Nieto.
La determinación es clara: eliminar prácticamente cualquier vestigio del actual régimen presidencial y generar la percepción de que serán los rivales permanentes a quienes habrá que vencer.
López Obrador sigue empleando su discurso de campaña, con términos como “adversarios”, refiriéndose a quienes expresan su oposición a los proyectos del nuevo gobierno. Acusa la existencia de campañas que pretenden demostrar que hubo ilegalidad en la consulta ciudadana con respecto a la suspensión de Texcoco.
Desde hace varios años, Andrés Manuel López Obrador ha entendido que debe mantener mensajes diferenciados: unos para la mayoría de los mexicanos y otro para el llamado “círculo rojo”, constituido por la clase política y empresarial. Un ejemplo de ello fue el mensaje de hace un par de días, al asegurar que no perseguiría a los corruptos que cometieron ilícitos antes de su gobierno, y posteriormente anunció que consultaría con el pueblo esa decisión; es decir, que sería posible llevar a juicio a quienes hayan sido corruptos.
El respaldo que obtuvo en las elecciones (30 millones de votos) le ofrece margen de maniobra para modificar las decisiones o los anuncios iniciales, pero es claro que su objetivo es mantener y acrecentar ese apoyo, por lo que no dudará –si así se necesita para fortalecer su proyecto- en enjuiciar a servidores públicos del actual gobierno. Al tiempo.
El discurso en el que existe un enemigo –real o imaginario- es ideal para justificar los retrasos, errores, desvíos, suspensiones o impedimentos en los proyectos que eventualmente pudieran ser más perjudiciales para su objetivo político. La mejor manera de erigirse en el héroe que defiende al pueblo o que lucha para acabar con las injusticias, es mantener un rival, y esa ruta se sostendrá, al menos, hasta que se lleven a cabo las elecciones intermedias en 2021, en las que se renueve la Cámara de Diputados federal.
Las entrevistas que durante esta semana ha ofrecido en diferentes espacios informativos con proyección nacional, le han permitido al presidente electo reavivar su imagen como el defensor de las mayorías, como si fuera el “Robin Hood” que le quita a los ricos para dárselo a los pobres.
Lamentablemente los partidos de oposición no han logrado –no han querido o así lo acordaron- articular una estrategia realmente de contrapeso, sencillamente porque no alcanzan los votos suficientes para revertir las decisiones que tome la mayoría de Morena.
PERCEPCIÓN
El desempeño de los integrantes del Gabinete del Gobernador, Alfredo Del Mazo Maza, no ha sido el óptimo para la dimensión de los retos que deben superarse en la entidad. Prácticamente lo han dejado solo, a pesar de que varios de ellos tienen la experiencia suficiente para generar una percepción de ser un equipo líder.
A juicio de miembros del equipo cercano al propio gobernador, se cuentan con los dedos de una mano a quienes han sido leales, comprometidos y profesionales con el proyecto político del Ejecutivo estatal.