Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de México, no tendrá derecho a fallarle a los mexicanos, no sólo por su compromiso sellado con el “primero muerto que traicionarles”, sino también por las enormes expectativas que ha generado.
Independientemente de filias y fobias políticas, todos deseamos el crecimiento y desarrollo de México, la superación de la pobreza, extirpar la corrupción, acabar con la impunidad y, sobre todo, un país donde se pueda vivir tranquilo y en paz, en donde se acaben las desapariciones de personas y asesinatos por parte del crimen organizado.
Contra esos y otros males giran los 100 compromisos de López Obrador para formar lo que llamó una “modernidad desde abajo” y que ha creado un optimismo generalizado.
Sería una mala señal que no satisfaga las expectativas generadas, entre ellas poner fin a políticas neoliberales que desde la década de los años 80 tundieron con fuerza a las clases sociales más desprotegidas, prohijaron la corrupción en los tres niveles de gobierno y beneficiaron a grupos de poder nacionales y extranjeros que difícilmente renunciarán a las canonjías obtenidas en más de tres décadas.
Por lo pronto, se ha comprometido con los más pobres, con los jóvenes, con las comunidades indígenas, los desempleados, las personas de la tercera edad, los pequeños productores del campo, los ejidatarios, los trabajadores, los damnificados del S-19, es decir, la mayoría de los mexicanos.
Además de sostener una promesa tan indispensable como difícil de cumplir en el corto plazo, como disminuir el costo de los energéticos, garantizar la salud universal, cuando el sector salud se está cayendo a pedazos, y dar seguridad y paz social cuando justo en el primer día del sexenio amloísta asesinan al periodista de Nayarit, Alejandro Márquez.
El presidente de México -como bien lo dijo y pidió- requerirá del apoyo de la sociedad en su conjunto para cumplir con la larga lista de promesas que hizo este 1 de diciembre y en las que incluyó a los inversionistas nacionales y extranjeros, a quienes garantizó la separación del poder político del económico, y dar seguridad con una Guardia Nacional, que finalmente incluirá a los elementos del Ejército mexicano y de la Marina.
Vale acotar que con la creación de la Guardia Nacional se desdice de lo que inicialmente prometió AMLO en campaña, aunado a que la inclusión de los militares a ésta se sometería a consulta pública hasta marzo próximo.
Optimistas aún, la mayoría de los mexicanos esperamos que realmente cumpla a lo largo de su sexenio lo prometido, para bien de su gestión y sobre todo del país.
Sus tareas son de un enorme desafío dadas las condiciones en que ha quedado México, tras las gestiones priístas y panistas que le antecedieron y que criticó fuertemente en su discurso de toma de protesta en el Congreso de la Unión y que llevaron al saliente Enrique Peña Nieto a gesticular y taparse el rostro, sobre todo cuando el presidente de México hizo alusión a la corrupción y a la consulta que se espera en marzo para que la ciudadanía defina si se da o no “amnistía” a los funcionarios que incurrieron en actos deshonestos.
Pero habría que destacar que independientemente del encendido discurso Amloísta contra el neoliberalismo, la corrupción y las políticas energéticas desmanteladoras , el tabasqueño ya hizo una alianza con televisoras y grupos empresariales que, igual que como sucedió con el de Peña Nieto, respaldarán -o han dicho que lo harán- al gobierno de AMLO.
En su papel de “consejo asesor de apoyo” participan en esta alianza con López Obradir, Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas (TV Azteca, Elektra, Banco Azteca e Italika); Bernardo Gómez, copresidente ejecutivo de Televisa; Olegario Vázquez Aldir, de Imagen Televisión y Grupo Ángeles; Carlos Hank González, presidente del Grupo Financiero Banorte, Miguel Alemán Magnani, presidente de Interjet, entre otros sectores empresariales que también fueron beneficiados con las políticas neoliberales.
La duda es si AMLO podrá cumplirles a éstos y quedar bien con el pueblo. ¿Qué deberá ceder o hasta dónde deberá ceder para evitar que los grupos conservadores lo avasallen, como él mismo lo previno en su discurso del 1 de diciembre?
Sin duda se dirá que son necesarias las alianzas con diversos grupos de poder -algunas ya hechas, otras en proceso y de plano las que no se aprecian con sectores de la Coparmex-, para llevar a México a un estadio de desarrollo similar al del primer mundo, como prometió el tabasqueño.
Esperemos que las alianzas y los compromisos sean efectivamente para beneficio de todos los mexicanos, quienes desde diferentes trincheras debemos mantenernos atentos al desempeño de López Obrador. Habrá que constatar que, efectivamente, no se beneficie a unos grupos por encima de otros, en aras de mantenerse en el poder.
