Introducción
“Un aumento de 10 centímetros en el nivel del mar, un océano Ártico sin hielo en el verano y la extinción de los arrecifes de coral se pueden evitar si se logra limitar el aumento de las temperaturas a un 1,5 °C en lugar de 2°C para 2100. Para esto se necesitarán medidas rápidas y sin precedentes. ‘Los próximos años serán los más importantes de nuestra historia’”. [1]
La problemática
Entendemos el desarrollo sostenible, en el sentido de sustentable, tal como lo definió la Comisión Burtland en 1987, que caracterizó el desarrollo sostenible como “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
En este contexto, debemos reconocer que donde pisa el ser humano, se afecta el medio ambiente, y el desarrollo de las ciudades, con el crecimiento poblacional incluido, ha afectado cada vez más el clima y el aspecto del planeta. A lo anterior se suman las actividades de placer como el turismo o las segundas residencias, las cuales llevan a afectar en mayor o menor grado el medio ambiente.
Las obras de infraestructura son otro aspecto que altera sustancialmente el clima o la orografía del planeta. Basta mencionar por ejemplo la presa de Aswan en Egipto y las pirámides que se sepultaron; o las construcciones similares que en México han obligado a desplazar poblaciones a efectos de construir una obra de impacto social benéfico. En el caso de los aeropuertos, el Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), atribuye a la aviación un 2% del total de las emisiones de CO2…los aeropuertos, según Airports Council International, ACI, contribuyen con un 5% de esa cifra.
En el caso de las ciudades, el francés François Perrault desarrolló la idea de ‘polos de desarrollo’, concepto que evolucionó en el caso mexicano hacia los CIP, Centros Integralmente Planeados. De estos, Cancún, concebido por el Banco de México siendo su Director General Don Rodrigo Gómez (quien por cierto nunca realizó estudios superiores), con el apoyo decidido de la Secretaría de Hacienda encabezada por el Lic. Antono Ortiz Mena, es el ejemplo clásico de un proyecto exitoso (demasiado exitoso, tal vez), pero cuyo impacto ecológico apenas está siendo estudiado.
La situación actual
La afectación al medio ambiente es global: todo mundo recordamos la gran contaminación que se originó en Alaska por el derrame petrolero del buque Exxon Valdez; o aquí mismo en México la contaminación del río Sonora en 2014, y cuyas secuelas a 4 años siguen siendo alimentos con altas concentraciones de sustancias cancerígenas, fauna silvestre contaminada, mortalidad de árboles y la posibilidad de que más del 70% de los niños del municipio de San Felipe de Jesús tuvieran elevados niveles de plomo en la sangre.
Ahora bien: diversos estudios apuntan a que los motores de combustión interna, concretamente los automóviles, son el mayor contaminante del planeta, y las compañías automotrices han comenzado a tomar medidas introduciendo los automóviles eléctricos o híbridos, pero su efecto es aún limitado. Existen sin embargo otras actividades que son muy cuestionadas por sus efectos sobre el medio ambiente, destacando entre ellas las explotaciones de minerales a cielo abierto, o la extracción de petróleo a través del fracking.
Las iniciativas a nivel mundial han tenido efectos dispares: el acuerdo de Río 1992, de Johannesburgo 2002, el protocolo de Kyoto y el Acuerdo de París, que han sido de las iniciativas más avanzadas, han visto frenado su impacto con la llegada al poder del equipo encabezado por Donald Trump en los EEUU y su retirada del Acuerdo de París. Sus seguidores, tales como la reciente elección de Jair Bolsonaro en Brasil, amenazan gravemente el futuro del planeta, pues este último en particular ha dicho que abrirá la Amazonia en particular al sector de la agroindustria, para explotar más regiones de la selva y así satisfacer la demanda mundial de carne y soya, amenazando así a los llamados pulmones del planeta. A lo anterior se suma su amenaza de eliminar el Ministerio del Medioambiente.
La Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y otras varias organizaciones internacionales han dado un peso cada vez mayor a la preocupación por el cambio climático. Concretamente, la ONU dentro de sus ocho Objetivos del Mileni0 estableció en el Objetivo número 7:
Objetivo 7: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
Meta 7a: Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente
Meta 7b: Haber reducido y haber ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010
Meta 7c: Reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento
Meta 7d: Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales.
La Unión Europea, a su vez, estableció un plan para retirar los combustibles fósiles en 2050, el cual sin embargo ha enfrentado serios problemas, como es el caso del aumento del precio de los combustibles precisamente para desincentivar el uso de este tipo de insumos, medida que tuvo un gran rechazo por parte del movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia y Bélgica, hasta que se derogó.
El futuro
En México existe El Centro Mario Molina, fundado por el ganador del Premio Nobel del mismo nombre [2], el cual realiza estudios en torno a esta problemática y cuyos resultados son compartidos de manera gratuita. Las organizaciones internacionales como la OCDE, La Organización Mundial del Turismo y la Organización Mundial del Comercio, también están comprometidas con esta problemática, y la ONU tiene el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente, aunque todas sus publicaciones relevantes están en inglés. Todos los resultados de estos organismos apuntan a que, de no detenerse el deterioro del medio ambiente, el futuro de la humanidad estará comprometido a fines de siglo. En este contexto, es claro que la responsabilidad de un mundo mejor es responsabilidad de todos: gobiernos, empresarios, ciudadanos y científicos [3].
Para concluir, citamos algunos de los resultados de la Cuarta Evaluación Nacional del Clima, del Programa de Estados Unidos para la Investigación sobre el Cambio Mundial, publicado a fines del mes pasado [4].
“El cambio climático causado por el hombre, el uso de la tierra y el manejo de los bosques influyen sobre los incendios forestales de modo complejo… Durante el último siglo, las políticas de exclusión de incendios provocaron una mayor disponibilidad de combustible en la mayoría de los bosques de los Estados Unidos...Las condiciones más cálidas y secas han contribuido a un aumento de los incendios forestales en el oeste de los Estados Unidos y en el interior de Alaska desde principios de la década de 1980, una tendencia que se espera que continúe a medida que siga el calentamiento global y se prolonguen las temporadas de incendios... La expansión de la actividad humana hacia los bosques y otras áreas de la vida silvestre también ha aumentado durante las últimas décadas. A medida que se expanda la huella de asentamientos humanos, se espera que aumente aún más la exposición al riesgo de incendios para las personas y bienes materiales...
“En ausencia de actividades más significativas de mitigación global, se proyecta que el cambio climático causará daños considerables a la economía, salud humana y el medio ambiente de los Estados Unidos. Bajo escenarios que estipulan altos niveles de emisiones y una adaptación limitada o nula, se calcula que las pérdidas anuales en algunos sectores ascenderán a cientos de miles de millones de dólares para finales de este siglo. Es muy probable que algunos impactos físicos y ecológicos serán irreversibles durante miles de años, mientras que otros serán permanentes…
“Las emisiones actuales y futuras de gases de efecto invernadero, y por consiguiente las actividades de mitigación de emisiones, son fundamentales para determinar los riesgos e impactos futuros del cambio climático en la sociedad. La escala de riesgos que pueden evitarse a través de acciones de mitigación es influenciada por la magnitud de la reducción de emisiones, el momento de dichas reducciones, y las diferentes estrategias de mitigación para gases de efecto invernadero de larga duración (específicamente el dióxido de carbono), los gases de efecto invernadero de corta duración (como el metano) y el carbono biológico de origen terrestre. En el ámbito nacional, regional y local, se están llevando a cabo muchas iniciativas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo actividades en el sector privado…
“Se proyecta que el cambio climático causará daños significativos a la salud humana, la economía y el medio ambiente de los Estados Unidos, en particular en un futuro con altas emisiones de gases de efecto invernadero. Se está emprendiendo una variedad de iniciativas de investigación para mejorar el conocimiento y la cuantificación de los impactos climáticos. Estos estudios han sido diseñados a través de diversas escalas sectoriales y espaciales, y destacan el uso de escenarios climáticos y socioeconómicos consistentes. Los más recientes hallazgos de estos escenarios multisectoriales demuestran cambios sustanciales y de largo alcance a lo largo del siglo XXI, en particular hacia fines de siglo, con consecuencias negativas para una gran mayoría de los sectores, incluyendo la infraestructura y la salud humana.
En aquellos sectores en donde se observan efectos positivos para ciertas regiones o durante períodos específicos, dichos efectos por lo general son eclipsados por los cambios generales que ocurren dentro del sector mismo o a mayor escala”.
La respuesta de Donald Trump a este informe fue “No me lo creo”.
[1] ONU, https://news.un.org/es/story/2018/10/1443222.
[2] https://centromariomolina.org/
[3] Ibarra-Puig V. “Ciencia y desarrollo sustentable”, disponible en
revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/754/5/ciencia_y_desarrollo.pdf
[4] https://nca2018.globalchange.gov/
Dr. Vidal Ibarra Puig.-Doctor en economía por Sciences Po París; profesor-investigador en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..