Como ya habrán adivinado mis amigas y amigos lectores este escrito también parte de mis lecturas. Muchas veces me dejo llevar por títulos que me gustan, además del contenido que me interesa y que creo relevante en la actualidad.
Es el caso del viejo pero vigente libro que rescato hoy: ¨Bla, bla, blá, La Conversación, Entre la Vida Cotidiana y la Escena Pública¨. Editora La Marca,1993. Es una interesantísima compilación hecha por Cecilia Magaña, con la participación de más de quince destacados pensadores e intelectuales sobre el tema.
En ese contexto, el análisis conversacional del discurso revela aspectos interesantes en sus rituales, desde el chisme hasta la entrevista. En esta sociología de la conversación se habla de los cambios en la conversación cotidiana, en la conversación-espectáculo, del triunfo del talk-show, de las nuevas técnicas audiovisuales que están modificando la comunicación privada y la política. Así lo demuestran resultados electorales recientes que han favorecido indistintamente a izquierdas o derechas, según la habilidad con que se conduzcan las conversaciones en la arena política que hoy, más que nunca, es digital.
En este sentido destaca el libro de Juan Carlos Monedero, ¨La izquierda que asaltó el algoritmo¨, Editorial: LA CATARATA, 2018. Monedero habla de cómo los partidos o movimientos políticos tienen que enfrentarse al algoritmo (por algoritmo se entiende un conjunto de instrucciones con que se programan las computadoras) que trabaja en su contra para arrebatarles votos, influyendo en forma subrepticia previamente en sus decisiones políticas o de plano manipulando los datos electorales, como se dice que sucedió en el año 2000 en Florida en la elección presidencial de Bush o en el 2006 en México.
Se hablaba entonces en México de un algoritmo que se habría utilizado para quitarle algunos votos al entonces candidato a la Presidencia. Y ¨haiga sido como haiga sido¨ que perdió López Obrador, tras años de conversar en campañas por todo el país logró vencer en 2018 el estigma del algoritmo electoral, aunque no del todo el sociológico pues casi la mitad de la población todavía estigmatiza a los miembros del actual partido en el poder, pero en honor a la verdad ellos les pagan con la misma moneda, lo cual está polarizando nuestra sociedad (en sociología estigma es una condición, rasgo o comportamiento que hace que la persona portadora sea incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa de menosprecio y se les ve como culturalmente inaceptables o inferiores, según señala el sociólogo estadounidense Erving Goffman).
En esta época posmoderna donde la información y las comunicaciones cobran una relevancia como nunca en el destino de la sociedad y ¿qué es la conversación sino eso?, la cuestión es que entregamos voluntaria o inconscientemente información -cuando navegamos por las redes digitales- a empresas que acumulan enormes cantidades de datos y conversaciones y conocen así cada uno de nuestros deseos, pensamientos y temores. De esta manera, nosotros mismos les proporcionamos la clave con que mediante lo que hoy se llama el big data construyen e influyen en nuestras preferencias y las manipulan, con el uso de algoritmos, a través de las redes. Lo virtual termina haciéndose real.
Esto se ha demostrado de manera importante con la cibernética intervención de Rusia en el proceso electoral estadounidense que ha sido analizada a petición del Comité sobre Inteligencia del Senado de Estados Unidos y publicada con el nombre de Las Tácticas y Tropos de Internet de la Agencia de Investigación (que usó Rusia interviniendo en Facebook, Twitter, etc), en inglés THE TACTICS & TROPES OF THE INTERNET RESEARCH AGENCY:
https://disinformationreport.blob.core.windows.net/disinformation-report/NewKnowledge-Disinformation-Report-Whitepaper.pdf
El análisis, publicado por New Knowledge, sirvió como evidencia para investigar la agencia que Rusia utilizó (Internet Research Agency) para influenciar operaciones en las plataformas digitales en Estados Unidos durante los años de 2014 a 2017. En consecuencia, el Fiscal Especial Mueller acusó este año a 13 rusos de conspirar para defraudar a Estados Unidos, algunos concretamente por robo agravado de identidad.
Esta investigación debería ser una alerta general para todos nosotros sobre las complejas vulnerabilidades tecnológicas, sociales y cognitivas que aprovechan estas actividades subrepticias con sus malévolas tácticas cibernéticas y un recordatorio de que debemos cuidar nuestras conversaciones tanto en la vida privada como en la pública, a fin de salvaguardar nuestra verdadera identidad.
(Diciembre 2018)
