Ya no hay verduras y frutas frescas, muchos comercios han cerrado, ha habido ausentismo en las escuelas y en algunos centros de trabajo, los taxis no pueden operar con normalidad –y de ahí comen sus familias–, los distribuidores de productos y servicios han reducido su activiad, la gente empieza a mostrar expresiones de enojo y hasta violencia, lo menos que ha habido ha sido pánico, molestia e incertidumbre.
Como ejemplo, tan solo en Guanajuato y Jalisco se calcula que las pérdidas representan casi 163 millones de pesos diarios por el desabasto de combustible. En el Estado de México no se conocen cálculos, pero tiene una población mayor que ambas entidades.
Petróleos Mexicanos (Pemex) insiste en que no hay “desabasto” y la secretaria de Energía, Rocío Nahle, pidió disculpas, reconoció el error logístico, pero su tono al responder ya es notoriamente molesto. Ahora en el Congreso de la Unión, específicamente en la Cámara de Senadores, los priistas solicitaron su comparecencia ante la Comisión Permanente, acompañada del director general de Pemex, Octavio Romero, para que expliquen las razones del problema y las soluciones.
Todo inició con el cierre de algunas gasolineras –desde la semana pasada– en Aguascalientes, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Puebla y Querétaro. Ahora se ha sumado la Ciudad de México.
Poco a poco empezó a presentarse desabasto de combustible y el rumor inicial era que aumentaría de precio, pero no fue así: el origen –según explicó el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador– fue la estrategia para combatir el robo de combustible.
El Gobierno de México inició, este jueves, la transmisión de mensajes en radio para pedir a la ciudadanía que no haga compras de pánico y que no atienda las noticias falsas que señalan que se acabará la gasolina.
El impacto económico y social aún no se ha dimensionado. Los revendedores han empezado a trabajar y venden la gasolina hasta en 30 pesos por litro, todo para evitar las filas que –como lo pude constatar personalmente– en algunos casos suman hasta 200 vehículos por gasolinera; al menos son 60 vehículos formados, esperando a que lleguen las pipas de combustible.
Gobernadores como Silvano Aureoles, de Michoacán –que este miércoles advirtió que podría hacer un plantón en las oficinas de Pemex o en la Secretaría de Energía–, o de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez, han solicitado formalmente a las autoridades de Pemex que informen con claridad cuándo se resolverá el problema de desabasto, que –según el gobierno federal– no es desabasto, porque –asegura– existen reservas suficientes, pero el problema es que ese combustible no está en las gasolineras.
El presidente López Obrador ya señaló que no cederán a las resistencias de algunos sectores e insiste en pedir el apoyo de la ciudadanía.
La crisis –que advertimos desde el pasado lunes– acredita que cuando la política no resuelve, la comunicación no repara, pero habría que añadir: cuando la comunicación no funciona, la política fracasa y eso es lo que ha ocurrido en este caso.
La intención de acabar con el llamado “huachicoleo” o robo de combustible –que superó los 147 mil millones de pesos entre 2016 y 2018– es, sin duda, una tarea a la que nadie se opondría, salvo los propios ladrones de gasolina, pero la instrumentación de las medidas para erradicar el problema han sido un rotundo fracaso.
Parece que el gobierno federal está confiado en que el “respaldo ciudadano” que obtuvo en las elecciones de julio pasado le alcanzará para resistir su proceso de aprendizaje.
En un sondeo en mi cuenta de Twitter @RJoyaC pregunté ¿Cuál crees que será el impacto en la confianza de la gente hacia el Gobierno de México por la crisis de gasolina? Las opciones para responder eran: mantendrá la confianza, perderá confianza o aumentará la confianza, y 71 por ciento señaló que perderá confianza, 12 por ciento indicó que la mantendrá y 16 por ciento señaló que la aumentará.
Este último punto -que aumente la confianza en el gobierno federal- dependerá de los resultados que se alcancen, no sólo en la reducción del robo, sino en el castigo a los responsables, porque no es justo que los ciudadanos paguen “los platos rotos” por las acciones ilegales de otros y por la pésima instrumentación de las decisiones.
El primer encontronazo del nuevo gobierno –apenas a un mes de iniciado– con la compleja realidad mexicana ha ocurrido… habrá que ver el impacto en la confianza hacia el gobierno y el presidente, que en diciembre pasado era de casi 60 por ciento de los ciudadanos.
PERCEPCIÓN
Apenas dos gobernadores han expresado su preocupación y ocupación con respecto al problema que afecta a millones de personas ¿Y el resto? ¿Será que la comunicación sigue siendo el “talón de Aquiles” de las autoridades?
El gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo Maza, anunció –en redes sociales– que llegarán 19 mil barriles de gasolina para atender la demanda del Valle de Toluca. ¿En qué medida se resolverá el problema? La realidad lo dirá, porque a Guanajuato –con 5.8 millones de habitantes- enviarán 11 mil barriles. Los mexiquenses somos 16.2 millones.