***Con un abrazo solidario para Francisco Cuevas Dobarganes por la irreparable pérdida de su señor padre.
Como no podía ser de otra forma, apenas se deslizó la posibilidad de promover aumento en algunos impuestos y el resucitamiento de otros (tenencia vehicular) y todo mundo comenzó a “teorizar” sobre la necesidad de hacerlo, en virtud de las cada vez más menguadas arcas nacionales.
Desde luego, tuvo que salir el Presidente a tranquilizar a los contribuyentes: no habrá incrementos, y atajó los intentos de revivir el detestables gravámen de la tenencia.
“Los que pasean impunemente la evasión de impuestos con placas de otras entidades distintas a las de su residencia, deben pagar”, según saltaron algunos entusiastas.
Los “teóricos” de la exacción justificaron de inmediato el lance hacendario: “quien tiene más, debe pagar más”.
Cualquiera diría que esto proviene de la más profunda convicción progresista que procura un sistema fiscal donde, en efecto, se terminen los privilegios y se contribuya, con o sin generosidad, al fortalecimiento de la hacienda pública, cada vez más de capa caída por la fuerte deuda que supera los 10 billones de pesos.
Pero no. Se trata nuevamente del tramposo discurso por parte, generalmente, de clientes de paraísos fiscales o de despachos de abogados leguleyos, mediante el cual se pretende clavar el diente, una vez más, en las carnes de los contribuyentes cautivos, ya de por sí sometidos al pago del impuesto del 35 por ciento ¡por trabajar! y al 16 por ciento por consumo (Impuesto al Valor Agregado, IVA), lo que suma el 51 por ciento de sus percepciones.
Lo anterior no se reconoce como un asalto oficial con el respaldo de los poderes públicos, pero sin duda es una merma significativa para los ciudadanos, la que se deben acumular el pago de otros “impuestos” y “derechos”: el predial y el suministro de agua potable, además del alumbrado público, todo lo cual coloca a los cumplidos tributarios en una condición peor que los cadáveres que, según Marx, exprimían los colonizadores británicos hasta el último suspiro.
¿En serio los que tienen más deben pagar más? !Perfecto! Tendremos que empezar no por una reforma, sino por la revolucionaria confección de un sistema fiscal que permita ir por los que tienen mucho y pagan muy poco, y a partir de ahí iniciar un combate frontal a la desigualdad, principal problema del país, con unos 30 muy ricos y el resto entre medio pobres y miserables (más de 56 millones pobres, según la última cifra confiable antes de que el INEGI “modernizara” sus métodos estadísticos para reducir la cifra en 2 millones menos, lo que supone un atentado contra la regla de libertarismo económico respecto del inevitable aumento de la concentración y con ello el incremento de la pobreza).
Cuando el PRI fue oposición por primera vez al Ejecutivo Federal, no faltaron legisladores que, echados pa´lante, pusieron a ojos del publico la gran evasión por esos privilegios fiscales contenidos en las leyes: más de 600 mil millones de pesos al año no pagan las 30 familias -“nuestro 1 por ciento”- que concentran la riqueza nacional.
Esa cifra de evasión fiscal significa algo así como el pago que se tendrá que hacer este año por los servicios de la deuda pública (intereses y comisiones), y, por ejemplo, son tres veces el presupuesto anual del Estado de México.
Es un mundo de dinero del que nadie supo ni sabe nada (principalmente Hacienda, menos los evasores) pero es claro que no se ha canalizado a “inversiones” generadoras de fuentes de empleo, como intenta justificar la cantaleta evasora, y que ha hecho falta en las arcas públicas para atender rezagos e insuficiencias en diversos rubros.
Cualquier ciudadano sabe que tiene que contribuir a la Hacienda Pública pues, según esto, va a recibir a cambio, entre otras cosas, seguridad, servicios de salud, educación, carreteras en buen estado, redes de alumbrado público en óptimas condiciones, una justicia pronta y expedita y un largo etcétera.
Alguien puede soltar la carcajada con lo anterior, pero en teoría para eso se pagan impuestos.
Los que dicen que “el que tiene más debe pagar más”, simplemente no saben lo que dicen pues es de sobra conocido el terror que genera al “1 por ciento” la sola mención de que se les incluya en el padrón de los verdaderos contribuyentes, y también el malestar social que precisamente ha venido rechazando intentos de nuevos impuestos debido a la corrupción de los gobernantes y a la evasión sistemática de los de siempre.