Como la canción de Pedro Navajas, la vida nos da sorpresas. Como lo he manifestado en incontables ocasiones soy un ferviente opositor a militarizar la seguridad pública y pienso que la mejor manera de resolver el problema de la delincuencia común, y aún la organizada, es mediante el apoyo a la policía de cercanía, que tenga una verdadera vinculación con la sociedad y sea la base para el ataque frontal a quienes infringen la ley.
Sin embargo el día que el Presidente nombró al encargado de dirigir la Guardia Civil me llevé una agradable sorpresa ya que puedo dar testimonio de su capacidad para dirigir una fuerza que estará bajo el mando del secretario de Seguridad y poco a poco debe convertirse en una policía alejada de toda vida castrense.
A Rodríguez Bucio lo conocí hace ya algunos años, cuando fue comisionado al Cisen para coordinar un grupo de instituciones a nivel nacional que a través del trabajo de inteligencia fueron preparadas y coordinadas para el ataque directo a la delincuencia, me consta de la capacidad del ahora General y de su sensibilidad para afrontar problemas que en su momento podían interferir con los derechos de la sociedad civil y siempre las decisiones fueron correctas.
Rodríguez Bucio estaba bajo el mando, de quién consideró yo, el artífice de la Policía Federal y de la actual Secretaría de Seguridad del Estado de México, en su creación como Agencia de seguridad estatal, Wilfrido Robledo, quien aún que surge de las fuerzas armadas, su actuar profesional siempre tuvo incidencia en la seguridad pública.
Con la idea de que el titular de esta Guardia Nacional se encuentra en trámites de retiro, podríamos pensar que su labor será totalmente encaminada a llevar a esta fuerza policial, hacia una formación totalmente Civil.
Espero muy sinceramente, estimados lectores que con estos nombramientos, ahora sí la batalla contra la delincuencia sea efectiva y que a Rodríguez Bucio le vaya bien por qué si la Guardia Nacional funciona, a todos nos irá bien.
En otro tema, además de la tristeza por la pérdida de un gran patrimonio cultural de la humanidad en el incendio de Notre Dame, mi reconocimiento y admiración por los heroicos Bomberos de París que se tuvieron que enfrentar por muchas horas a una conflagración de gran magnitud. Me queda claro que su preparación y equipamiento son óptimos, sin embargo su arrojo y valentía serán ejemplo como el de todos los Bomberos del mundo.
Por cierto, si van a disfrutar de unos días de descanso en esta Semana Santa, no olviden estimados lectores, que hay que tomar todas las medidas de precaución para dejar asegurada su casa y no manejar bajo el influjo del alcohol y estupefacientes, hasta el momento el único que ha resucitado es Cristo.