"En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)"
Todos los mexicanos de más de 15 años de edad hemos oído, al menor alguna vez en nuestra vida sobre PEMEX y la riqueza petrolera que existe en nuestra tierra.
Durante muchas generaciones, los mexicanos crecimos oyendo en las noticias los descubrimientos de grandes yacimientos petroleros y de la riqueza que eso generaba en nuestro país.
No hay que olvidar que la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos fue creada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río un 7 de junio de 1938 luego de la expropiación petrolera, misma que aprendimos de memoria en los libros de texto y que representó sin duda un gran avance para el desarrollo de nuestra nación.
Eran días de gran bonanza, que permitieron que PEMEX se convirtiera en la empresa más grande de Latinoamérica y empezará a considerase como la gallina de los huevos de oro.
De esa riqueza natural surgieron las grandes obras en todo el país y el dispendio de la clase política, ý nuestro país se colocó como uno de los principales productores y exportadores de petróleo CRUDO.
Sí, para nosotros y nuestros gobiernos en turno, no importaba tanto la refinación del producto, porque podíamos vender enormes cantidades de barriles de crudo que nos alcanzaban perfectamente para comprar nuestro mismo producto ya refinado como las gasolinas.
Era el negocio perfecto, vendíamos mucho y no era necesario invertir a futuro para que nosotros mismos pudiéramos tener una infraestructura adecuada para procesar el producto.
Así, generaciones de mexicanos crecimos viendo en PEMEX al gigante trasnacional capaz de asumir los grandes costos de obras como aeropuertos, escuelas, carreteras, y qué decir de los excedentes petroleros, que permitían que cada entidad recibieran jugosos recursos año con año.
En 1962, por ejemplo, se cubre anticipadamente el último abono de la deuda contraída por la expropiación de 1938, y en 1971, el pescador Rudecindo Cantarell informa a PEMEX el descubrimiento de una mancha de aceite que brotaba desde el fondo del mar en la Sonda de Campeche, lo que permitió que en 1978 se pusiera en marcha la explotación de uno de los yacimientos marinos más grandes del mundo: Cantarell.
En 1979 otra joya más, se descubre el pozo Maalob1 que confirma el segundo yacimiento más importante del país.
Todo era miel sobre hojuelas, pues ya para el 2005, la producción de crudo se ubicó en un promedio diario de tres millones 333 mil barriles de crudo, la más alta de su historia. Hoy, la producción alcanza sólo un millón 690 mil barriles diarios lo que por lógica representa casi un tercio de los recursos que se recibían hace unos años.
La producción petrolera en México se ha reducido constantemente: de acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Energía, se redujo un 26% entre 2012 y 2018) (1) a lo que se suma que en nuestro país la mayoría de la producción es de crudo pesado, cuya viscosidad es alta para el sistema nacional de refinación, que fue diseñado para procesar crudos ligeros, lo cual deriva en un problema para encontrar una mezcla adecuada para las características de las plantas mexicanas de refinación.
Eso ha hecho que las refinerías en México tengan una operación menor al 50 por ciento de lo que podrían hacerlo con otro tipo de tecnología y eso obligue a que hoy, los mexicanos consumamos el 70 por ciento de gasolinas provenientes de otro país.
Hoy PEMEX, nos guste o no, ya no es el gigante que solía ser, porque si bien tenemos grandes recursos humanos que la paraestatal ha dado a luz, ingenieros expertos y capaces en materia de exploración y de refinación, también es cierto que hemos heredado también un sindicato poderoso y una empresa que por años se convirtió en la caja chica de los gobiernos.
Por eso en un intento de recomponer esa empresa ante el panorama mundial tan cambiante, el 28 de noviembre se publican en el Diario Oficial de la Federación siete decretos que integran la Reforma Energética del entonces presidente Felipe Calderón, que por cierto, fue ampliamente cuestionada por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador ya que aseguraba era vender a los extranjeros la autonomía de la paraestatal.
Usando eso como parte de su bandera política en las elecciones, y asegurando que bajaría el precio de los combustibles de manera casi “inmediata” una vez en el poder, Andrés Manuel volvió a encender en nosotros el nacionalismo innato que tenemos cuando hablamos de nuestro petróleo.
Pero no, hoy la gasolina, lejos de aquellas promesa de campaña no ha bajado y ha mantenido un promedio de costo cercano a los 20 pesos y aunque no nos guste, desde hace varias décadas estamos varios pasos atrás en materia de inversión para tecnología y refinación de nuestro crudo.
Por eso, hace unos días, que Andrés Manuel López Obrador anunció la construcción de la Refinería Dos Bocas en su natal estado de Tabasco con una inversión para este año de 50 mil millones de pesos en busca de rescatar la “soberanía energética” del país ha surgido otro gran debate nacional.
La obra, ampliamente cuestionada, costará 160 mil millones de pesos, iniciará su construcción el próximo 2 de junio y estará concluida, de acuerdo a estimaciones del gobierno, en mayo del año 2022, será construida por la propia PEMEX en coordinación con la Secretaría de Energía aun cuando todavía no cuenta con los impactos ambientales correspondientes.
40 años después de haber construido la última refinería en México, hoy el presidente apuesta por una obra que sin duda deja muchas dudas y sobre todo un gran lastre a una empresa que es considerada de las más endeudas del mundo y cuyas capacidades y talentos están concentrados, desde hace mucho tiempo, en otro tipo de actividades que la construcción y operación de refinerías.
Al menos yo no apuesto por el fracaso, por el contrario, lo que llama mi atención es que parece ser que su promesa de campaña de construir una refinería en su estado lo llevará a seguir con la misma tónica que con la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco.
Ya no estamos en momentos para envolvernos en la bandera de nuestro nacionalismo desbordado, son momentos de pensar y replantear estrategias que van más allá de los simbolismos con los que hemos crecido.
No me importa el costo político que eso tenga, ni si yo estoy a favor o en contra de un proyecto de gobierno, lo importante aquí es que PEMEX, pero sobre todo México, no está para perder más dinero y crecimiento por una simple decisión presidencial que toma tintes de unipersonal.
Al tiempo.
(1) Fuente: https://newsweekespanol.com/2019/01/el-70-del-combustible-que-consumimos-en-mexico-es-importado/
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