"En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)"
Pareciera una cosa menor pero no lo es, el próximo 2 de junio, poco más de 13 millones de mexicanos de seis entidades federativas volverán nuevamente las urnas para elegir a dos gobernadores, 54 diputaciones locales de mayoría relativa y 32 de representación proporcional, así como a quienes dirigirán a 60 ayuntamientos de dichas entidades.
Casi un año después de un proceso electoral que le dio por primera vez la victoria presidencial a un partido de la izquierda en México, y seis meses después de que Andrés Manuel López Obrador asumiera el poder, serán esos 13 millones de mexicanos los que marcarán el mejor análisis del entorno político actual en México.
En Aguascalientes, se renovarán 11 municipios; en Baja California la gubernatura, 17 diputaciones y 5 ayuntamientos, mientras que en Durango votarán por 39 ayuntamientos; en Quintana Roo por 15 diputaciones de mayoría relativa y 10 de representación proporcional, mientras que en Tamaulipas se elegirán a 22 diputados de mayoría relativa y 14 de representación proporcional. Cierra este proceso la elección extraordinaria de la gubernatura de Puebla y de 5 de sus ayuntamientos y sin duda es la que más llama la atención por su cantidad de electores y por las circunstancias que obligaron a su realización.
En total, el domingo 2 de junio entrante se estarán eligiendo 2 gubernaturas, 54 diputaciones de mayoría relativa y 32 de representación proporcional así como 60 ayuntamientos para lo que el Instituto Nacional Electoral instalará 23 mil 406 casillas para 13 millones 573 mil 897 mexicanos que podrán ejercer su voto.
Más allá de la polarización que hoy existe en las redes sociales en donde pareciera que todos tenemos que alinearnos a dos simples opciones (a favor o en contra del actual gobierno) y más allá de la aplastante victoria electoral del pasado año por parte del partido en el poder a nivel federal en 2018, las elecciones locales significan sin duda el mejor termómetro social que puede existir.
Aquí no importan tanto los likes, los retuits, o el número de seguidores en redes sociales a favor o en contra de un candidato, aquí, como ha sido casi siempre en los procesos electorales de nuestro país entran en juego otro tipo de variables como la aceptación o rechazo del candidato, la estructura y la movilización el día de la jornada electoral, entre otras cosas.
Por primera vez Morena enfrentará unas elecciones sin la presencia “formal” de quien siempre hizo campaña por todos sus candidatos y representaba su mejor activo de cara a los electores: Andrés Manuel López Obrador.
Si bien hoy el presidente no pudo hacer campaña ni salir en los spots publicitarios de su partido, hoy los candidatos de Morena cuentan con apoyo de estructura desde la Federación, de algunas gubernaturas, y un abultado presupuesto que antes no tenían, pero también, sin duda, habrán de enfrentar las primeras facturas del desgaste del poder en estos primeros meses de gobierno.
El PAN, por su parte, quien gobierna actualmente las dos gubernaturas que estarán en juego (Baja California y Puebla), enfrentará una elección notablemente desgastado, en ambas entidades que se renovarán, su candidato va abajo en las encuestas y los sondeos colocan a los de Morena como los favoritos.
En caso de confirmarse esa tendencia, el PAN se quedaría con sólo 9 gubernaturas de las 11 que actualmente tiene.
Por su parte el PRI llega a estas elecciones en uno de los peores momentos de su historia, y si bien, en ninguna de las 5 entidades que tendrán elecciones son gobierno, si tienen una presencia de segunda fuerza, que en esta ocasión, podría incluso desplazarlos a una tercera posición.
Desde el 2016 el PRI perdió las gubernaturas de Durango, Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua. En 2017 perdió Nayarit y estuvo a punto de perder el Estado de México y Coahuila. En 2018 perdieron Yucatán.
Con un panorama electoral que luce complicado para los partidos políticos que eran quienes antes detentaban el poder, no se puede dejar de lado las otras variables que harán de esta elección un ejercicio digno de observar.
Primero habría que ver qué cantidad de electores deciden salir a participar, es decir el porcentaje de abstencionismo; también la capacidad que tengan los partidos en el poder de movilizar a sus estructuras de base; pero sobre todo, la capacidad que tienen los candidatos a nivel municipal de vender su imagen y su discurso y conectar con la población.
Sin duda los candidatos de Morena parten como favorito producto, en su mayoría, del efecto que dejó la pasada contienda electoral, pero sin duda será un escenario propicio para ver la cohesión que podrían presentar los panistas, la recuperación o no de los votos tradicionales del PRI, pero sobre todo de ver si la distorsión política que se vive en las redes sociales permea en la mente del elector.
Por el momento las encuestas de salida dan ventaja al partido del presidente Andrés Manuel, pero no hay que olvidar que ninguna elección se gana en la arena digital, ahí, se distorsiona y se polariza, se crea y se direcciona la opinión pública no siempre con buenos resultados.
Sin duda, el próximo 2 de junio este ejercicio democrático será un buen termómetro social, de calificación al gobierno federal, estatal y municipal, respectivamente, pero sobre todo para ver si los partidos que hoy son oposición pueden o no reconstruirse de cara a las elecciones intermedias.
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