El robo de niños es una realidad, sí pasa y sí ocurre.
Antes era el susto perfecto para los niños de la generación de los ochentas, decirles que el señor del costal se los podría llevar.
En esa época era común ver a los niños salir a jugar a la calle, hoy es casi imposible por la inseguridad de ser robados, secuestrados, víctimas de un delito o incluso tener la desfortuna de ser blanco para una bala perdida; hoy, ningún lugar y compañía es garantía de seguridad.
El pasado 31 de mayo de este año, se dio a conocer una terrible noticia ocurrida en la localidad de San Pablo Autopan, al norte de la ciudad de Toluca, donde una madre vivió el terrible robo de su bebé con violencia. Su hijo le fue arrebatado de los brazos, sin que hasta el momento se sepa de su paradero, su alerta AMBER: AAEM/1379/2019 continúa activa.
El bebé nació el 18 de mayo, con 60 centímetros de largo, robusto, cabello negro lacio, tez morena claro, cara redonda y nariz chata; cuando fue robado vestía suéter rojo y pantalón café, envuelto en un rebozo verde.
Según la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, en la última década al menos 5 mil 452 menores fueron robados, de los cuales la mayoría eran niñas.
En algunos casos el robo de menores tiene que ver con pleitos entre los padres, tráfico de órganos, explotación sexual y laboral, entre otros delitos.
Por ello, es importante estar atentos a situaciones que incomoden a nuestros hijos, evitar que extraños les tomen fotos o videos, tratemos que los niños aprendan su nombre completo, dirección y teléfonos.
Hay que enseñarlos a que no acepten regalos de desconocidos, así como evitar interacción en redes sociales con gente que no conocen; al salir a la calle, llevarlos de la mano o brazo y nunca perderlos de vista, además de verificar que nadie los siga.
Hoy nos toca cuidarnos, hacer algo para cambiar esta terrible realidad. El bebé de San Pablo estaba en brazos de su madre y aun así fue arrebatado. Cuidemos a nuestros niños, hoy no es tiempo de confiarnos. Sí pasan y sí ocurren estas historias de dolor que pensábamos lejanas y ajenas.
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