El reloj corre, y el gobierno de México se encuentra apurado para cumplir con las exigencias del presidente de los Estados Unidos que más aversión ha demostrado por todo lo que tiene que ver con la parte sur de su frontera. De inicio, haber apostado por la construcción de un muro para dividir a su país con Latinoamérica para alcanzar la silla presidencial, le representó un gran apoyo de los ciudadanos de su país que piensan como él.
Durante su campaña, Trump utilizó como método hacer acusaciones y señalamientos en contra de los migrantes interesados por llegar a la tierra prometida. Sólo que el magnate metió en un sólo costal tanto a los migrantes como a los delincuentes, así, sin distinción. Ahora, al empezar su campaña para lograr la reelección vuelve a la misma táctica, tomando a México como su primer y más importante escalón para lograr su cometido.
El actual gobierno de todos los mexicanos ha demostrado que no tiene ninguna forma de enfrentar el sometimiento al que ha sido objeto por parte del poderoso mandatario americano, obedece descaradamente las indicaciones que se le dicta desde la Casa Blanca para contener la ola de migrantes que viajan a través de suelo azteca para alcanzar el sueño americano. En consecuencia, la Guardia Nacional que será utilizada para cualquier cosa, según el mandatario mexicano, ha sido desplegada en los puntos más importantes para llevar a cabo esa labor.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero, ¿qué hubiera sucedido si el comportamiento que está tomando el originario de Macuspana lo hubiera tomado cualquier otro presidente de México, encontrándose el tabasqueño en la oposición? La respuesta suena hasta lógica, lo que deja las cosas en una condición descaradamente hipócrita.
¿Qué acaso tiene permiso el nuevo ejecutivo para ofrecer la dignidad de los mexicanos como moneda de cambio? El resultado del encargo que Trump hizo a México no tiene forma de cómo poder entenderse que se ha cumplido con él para evitar la amenaza de la imposición de aranceles a todos los productos mexicanos. Ellos (gobierno estadounidense) y sólo ellos, tienen en sus manos calificar si se ha logrado o no.
Lo que informó el que es hoy una especie de súper secretario, Marcelo Ebrard, quien lo mismo hace las funciones de secretario de Relaciones Exteriores, que de Gobierno, o de Seguridad Pública, y las que se sumen, dijo que logró lo que se ha dado por llamar “un gran acuerdo” para que no fuera aplicado el porcentaje arancelario a los productos mexicanos, haciendo creer con ello que se había alcanzado un importante triunfo ¿?, lo que le hizo merecedor a múltiples elogios del presidente, tal para cual.
El caso es que los representantes del gobierno estadounidense nunca pusieron sobre la mesa de negociaciones el problema comercial entre ambas naciones. El asunto trató exclusivamente sobre el problema de la migración que era lo que le interesaba a Trump, quien en diversas ocasiones ya había manifestado su molestia en diversos tweets, al observar la política que en el tema había emprendido el gobierno mexicano, algo contrario definitivamente a sus intereses, y tal vez, a lo que ya se había acordado previamente.
La amenaza de la aplicación del arancel no encontró ninguna oposición, lo que puede atribuirse a la falta de experiencia, falta de cartas a su favor, o que la clara desventaja secó las ideas a la delegación mexicana para imponer una condición de igual a igual entre ambas representaciones, que de inicio iban entregados, llegaron a tocar las puertas de los americanos y los sentaron a esperar para ser atendidos, demostrando un grosero desaseo de diplomacia.
Ahora toda la República se ha convertido en ese muro que tanto exigió el presidente de Estados Unidos a su Congreso, y con ello, recibe un impulso importante para alcanzar su ansiada reelección. No ha sido suficiente lo que ha pasado en la relación bilateral entre ambos países como para ayudarle a que continúe en el mismo cargo otros cuatro años más. El presidente más antimexicano continuará con la misma tónica y lo peor, es que mucho es gracias a los propios mexicanos.
Total que el tema migratorio aún está empezando, Estados Unidos siempre tendrá el sartén por el mango, gracias a la ineficiente política exterior de nuestro país, y con ello se empezarán a arrastrar historias como la de la triste imagen de la muerte del migrante salvadoreño con su pequeña hija a sus espaldas intentando cruzar el rio Bravo para llegar al lado estadounidense, esto ha dejado una marca imposible de quitar de la frente de los presidentes de Estados Unidos y México, quedará como un símbolo ineludible de una política inapropiada, que más parece alcanzar un problema de crisis humanitaria.
La relación con nuestros socios del norte de América se ha complicado, porque aparte de las condiciones respecto del tema migratorio, hay que agregar además que la CFE solicitará impugnación de algunas cláusulas del contrato de construcción de un gaseoducto con dos empresas canadienses, lo que ha provocado un desencuentro con el otro socio de México, del que el embajador Pierre Alarie expresó su preocupación, como si nos faltaran problemas. El gobierno mexicano tendrá que replantearse cuál será en adelante la política exterior que adoptará.
