El enojo justificado sí existe, una gran molestia social que, yo pienso, está perfectamente justificada. Las fuerzas armadas de nuestro país han sido utilizadas para acciones que no les competen y sus miembros, sobre todo sus mandos, están molestos por esta situación, que nos es creada en mi imaginación pues he tenido la oportunidad de platicar tanto con miembros de la tropa como con militares de alto rango que así me lo han manifestado.
Tener que dar la cara por un operativo fallido por el cual, nuevamente, fueron sobajados y maltratados, es un insulto a su categoría militar; poner en peligro a sus familias es una acción fuera de contexto pero, sobre todo, señalar al responsable de la operación es darle armas al crimen organizado para atacar a la institución a través de sus mandos.
Pero no solo el ejército está molesto, la ciudadanía desaprueba este tipo de actos fallidos que no solamente da más poder a la delincuencia sino que los alienta a enfrentar sin recato a un gobierno que no tiene idea de las políticas públicas en materia de seguridad. El servicio público requiere de expertos en cada materia de gobierno. Si bien es cierto, durante mucho tiempo se improvisó, pues no existía la especialización y profesionalización en ciertas acciones, esos tiempos ya pasaron, y hace mucho, en nuestra época cada acción debe ser profesional, en la obra pública, en la seguridad pública, en la protección civil, en medio ambiente y en fin, en cada paso que dé el gobierno debe haber un profesional al frente porque la falta de estos, estimados lectores, también es CORRUPCIÓN, en mayúscula y negritas pues así es como dice atacarla ferozmente el gobierno.
Pero hablando específicamente de seguridad, la falta de esos profesionales al frente de los cargos públicos, en la Federación; en algunos Estados y en muchos municipios, provoca en la ciudadanía temor e intranquilidad. La falta de mandos con experiencia y no improvisados, de estudiosos de la seguridad y, sobre todo, de quienes tienen la capacidad y carácter para enfrentar al delincuente, es lo que hace tambalear al Estado de Derecho al que todos aspiramos.
Hay quienes añoran las acciones contra la delincuencia de otras épocas y exclaman: “que regrese el negro Durazo”, pero hay que decirles que ya murió y solo podemos encontrar a un Durazo falto de carácter y sin experiencia en seguridad; aunque tampoco en esa idea podrá encontrarse la solución, pues la seguridad es el equilibrio entre la educación, la aplicación estricta de la ley, la cultura de paz y el control social; estos cuatro elementos perfectamente mezclados nos darán como resultado la fórmula para regresar al México que añoramos en donde nuestros hijos puedan salir a la calle sin temor pero, lamentablemente, a falta de alguno de estos el resultado está incompleto.
Por cierto: los homicidios de mujeres en nuestro país siguen creciendo sin limitación, feminicidios o no, según sus características, impactan la vida de nuestra sociedad, ¿ustedes qué piensan que nos faltará como humanidad para lograr el respeto al prójimo?