35 años, sí, 35 años de uno de los episodios más tristes en nuestro Estado de México y en el país. El 19 de Noviembre de 1984 una fuga de gas en una planta de Pemex ubicada en San Juan Ixhuatepec, Estado de México, provocó, al hacer explosión, una tragedia de proporciones inimaginables.
Recuerdo muy bien que un grupo de voluntarios de la Unidad de Emergencia ubicada en Tenancingo, Estado de México, y a la cual apoyaba el Jefe de Región de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito, el comandante Adrián Sánchez Islas, quien además los alojaba y proporcionaba la ambulancia, terminaba una guardia nocturna muy tranquila y se preparaban para iniciar nuevamente la labor voluntaria. Preparándose para tomar un baño en la casa que para descansar prestaba otro gran amigo, Jesús Flores Tapia, el timbre de la puerta sonó y sonó sin parar.
Como si fuera ayer, estimados lectores, recuerdo la cara del compañero de Seguridad Pública que gritó, “corran, hay una emergencia“ y sin saber a donde íbamos, tomamos nuestras cosas y nos dirigimos a la base donde ya nos esperaban con la ambulancia lista.
El conductor, que en ese día fue el comandante José Luis Muñoz, Jefe de Sector, se enfiló por la carretera y al preguntar a donde iríamos, se nos informó que a San Juan Ixhuatepec, pues había explotado una planta de Pemex. Algunos no sabían donde estaba ese lugar y nunca nos imaginamos lo que íbamos a encontrar.
Amigos, el panorama fue aterrador, cuando llegamos ya se había evacuado heridos y sobrevivientes, nuestra labor fue extraer los cuerpos de quienes lamentablemente fallecieron en el lugar.
Recuerdo perfectamente las imágenes que vi, esas que después fueron tema en los medios a nivel nacional: familias enteras calcinadas; animales vivos pero quemados completamente; las inmensas salchichas de gas incrustadas a cientos de metros en los cerros aledaños; el personal de todas las instituciones con la esperanza de encontrar sobrevivientes y el heroísmo de los bomberos enfriando las esferas de gas que lanzaban bocanadas de fuego a gran altura… Es increíble recordar y pensar que lo viví, con un grupo de jóvenes voluntarios, de amigos, entre los que se encontraban quienes ni siquiera eran mayores de edad.
Pero recordar esta tragedia, debe hacernos pensar en responsabilidades, y no me refiero solo a las que inmiscuyen al gobierno, sino las de los seres humanos, los mismos que nos seguimos empeñando en enfrentar a los fenómenos de la naturaleza y a los peligros que se crean natural y artificialmente. Si seguimos empeñados en vivir en los márgenes de los ríos y zonas de inundación; en las laderas de los cerros y montes deforestados; a los pies de los volcanes y, sobre todo, en las zonas de restricción, aquellas que sirven para no permitir que sucedan tragedias como en San Juan Ixhuatepec, lugar que fue construido en su mayoría en la zona de restricción de una gasera de Pemex.
Por cierto: que pena que en Metepec la delincuencia siga haciendo de las suyas, como el caso de un restaurante en donde fue asaltada, dentro del estacionamiento, una familia y en donde fueron vandalizados, también dentro del estacionamiento, todos los autos de los comensales que se encontraban en ese lugar.