En política, los cargos de elección popular son vistos como botín de guerra por los institutos políticos; para tener acceso a ellos se utiliza cualquier tipo de artimañas, una de las más comunes son las promesas que muchas veces son de difícil realización, y se utilizan con la aparente intención de hacer un buen ejercicio de las finanzas públicas y guiar a la comunidad o al país a un desarrollo general y evolutivo.
Sin embargo, por muy buenas intenciones que se tengan, existen reglas no escritas que impiden que el nuevo gobierno emprenda jubiloso el vuelo hacia un mejor destino de progreso y bienestar para la población que lo eligió, pues siempre habrá compromisos que pagar.
Y así, se van integrando los equipos de las diversas administraciones, con posiciones importantes para agradecer, generosamente, la ayuda recibida antes y durante la campaña.
No obstante, y por la misma condición, no siempre resulta ser acertado el acomodo en posiciones clave con los mejores, aunque siempre habrá la posibilidad de rectificar el camino y hacer los cambios necesarios.
La capacidad para el desempeño de las funciones encargadas las va valorando el titular que hizo la designación, pero también interviene la propia sociedad, que puede ser a través de distintas asociaciones o instituciones creadas para calificarlos.
La prensa, en especial la libre, también hace su parte, y se constituye en un contrapeso de facto frente a la autoridad para cuidar sus actividades, investigando, valorando, denunciando cuando es necesario, pero sobre todo, para informar a la opinión pública sobre sus descubrimientos.
El gobierno tiene la obligación de rendir cuentas al pueblo, y legalmente debe cumplir con la formalidad para hacerlo, independientemente de que por alguna razón existan acontecimientos urgentes o de importancia que deba ser necesario comunicarlos.
En una democracia, las instituciones creadas para cuidar el buen funcionamiento de la administración se convierten en piezas clave para garantizarlo, evitando con ello la concentración del poder.
Aunque la incipiente democracia en México ha demostrado que las instituciones y la división de poderes no siempre cumplen con su cometido, cuando un poder controla a otro, ésta, la democracia, se encuentra en peligro.
Lo anterior, porque estamos llegando al primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, nadie con más votos obtenidos en los últimos tiempos que lo legitiman como el titular del ejecutivo de la nación.
Pero los resultados que se tienen hasta el momento no corresponden a lo prometido por mucho tiempo, la vara se colocó demasiado alta y lo obtenido deja ver a un gobierno incapaz, sumido en complicaciones que ellos mismos se han generado y que la población siempre es la que paga.
Pero, lo más preocupante es ver que no existe la intención por corregir el rumbo, culpar a administraciones anteriores por un tiempo puede resultar incluso hasta lógico, pero es el momento que ya tendría que haber movimientos en el gabinete para enderezar las cosas.
Los cambios que se han dado hasta el momento, no han sido decisión del mandatario, a quien se le puede ver como una persona que no acepta hacer suyos los errores de su administración, el problema está en que de no reconocerlos, no los podrá corregir, porque la primer condición para poder enderezar el rumbo, es reconocer que se equivocó.
Las equivocaciones de López Obrador son las que mantienen a la nación con un estancamiento económico que no acepta, con una inseguridad galopante que no quiere ver, con un gabinete que se encuentra muy limitado en sus acciones. Varias de las secretarías acusan serios problemas de operatividad debido a los criminales recortes que han sufrido.
Pero además, con personas en las diferentes áreas que no cumplen con los conocimientos indispensables para garantizar el buen desempeño encargado, la presunción de que son un 99 por ciento honestos y uno por ciento de capacidad, funciona sólo en una historia de fantasía.
Además, AMLO tiene el control de los otros dos poderes, y también controla las instituciones que deberían aparecer como contrapeso de su gobierno, ya que se encuentran secuestradas por él, con personajes abyectos y rendidos a su voluntad.
El nuevo gobierno que cumple apenas un año en el poder, ha dejado a su paso más muerte y sangre que ningún otro, generando además gran Incertidumbre, errático lleva al país a un obscuro futuro socialista.
Se han anunciado marchas para exigir un cambio de estrategia, pero parece que éstas le harán lo que el viento a Juárez, ya veremos si es así.