Iniciar un año nuevo significa la posibilidad de emprender, plantear nuevas metas, trabajar por nuevos anhelos e ideales, además de hacer un balance en nuestras vidas de los avances, logros y pendientes que no pudimos culminar el año anterior. La misma lógica debería suceder para los temas ambientales.
2019 ha sido uno de los años más calurosos desde que se tiene registro; hemos visto de cerca situaciones que jamás hubiéramos podido imaginar; catástrofes naturales que han afectado a nuestro planeta y pérdidas irreparables de flora y fauna. Cómo olvidar los fuertes incendios que azotaron el 2019 en nuestro país, la región del Amazonas y el continente Africano. Cómo olvidar las fuertes olas de calor que se presentaron en Europa, las lluvias atípicas, el derretimiento constante de los polos, la muerte de miles de especies marinas y terrestres ocasionadas por las sequias prolongadas y la contaminación que rodea sus hábitats naturales.
En términos políticos, cómo olvidar la salida de Estados Unidos de uno de los acuerdos más importantes en términos climáticos, el Acuerdo de París. Cómo alejar de nuestras mentes que los grandes líderes no pudieron ponerse de acuerdo en la más reciente conferencia climática efectuada en Madrid y que ahora tendremos que esperar un año más para que decidan hacer conciencia de la situación que estamos viviendo todos los días. Creo que en todas y cada una de las anteriores situaciones descritas, la humanidad juega un papel trascendental. Y es que la falta de voluntad, conciencia o compromiso con nuestra casa, el planeta, nos ha generado estar en esta situación. Se comienzan a ver algunos destellos de voluntad en la iniciativa privada y en algunas ciudades donde sus líderes ya han hecho conciencia, pero en las masas sigue imperando la inconciencia y la falta de cuidado del medio ambiente.
No hemos iniciado un 2020 con las mejores noticias, es una pena que ahora sea Australia la región que se esté consumiendo por las llamas, tan solo en los últimos 10 días han muerto 800 millones de animales en Nueva Gales del Sur, con un impacto total de mil millones en todo el país, esto según datos otorgados a la BBC por el profesor Chris Dickman. De manera local la zona metropolitana de Toluca y Santiago Tianguistenco amanecieron los primeros días del año con 212 puntos del Índice de Calidad del Aire de partículas PM2.5, lo que provocó se activara la Fase II del programa de contingencia ambiental, todo ello originado por la quema desmedida de pirotecnia y fogatas. Ambas situaciones de inconciencia y falta de responsabilidad ambiental.
Sin embargo, aún podemos comprometernos con nosotros mismos, haciendo un poco de conciencia y modificando nuestros hábitos. Podríamos iniciar este año comiendo menos carne, cuidando más el agua, compartiendo el transporte o usando el sistema de transporte público, consumiendo menos al no comprar cosas que realmente no necesitamos y que seguramente terminarán en la basura, respetando y cuidando a los animales, ahorrando la energía eléctrica, reciclando objetos que puedan tener un segundo uso, reforestando y cuidando las plantas y árboles. Hay mil acciones pequeñas que impactan de manera global.
Ojalá este año que inicia, entre nuestros propósitos contemplemos acciones como estas que pueden ser de gran ayuda para nuestro entorno y para el medio ambiente. El 2020 es una nueva oportunidad para hacer que la situación mejore y cambiemos el rumbo de estas crisis ambientales que estamos viviendo.
¡Feliz año 2020!
