Las tendencias mundiales respecto a la transición energética en el mundo han puesto a pensar a científicos, desarrolladores de tecnología, líderes mundiales y sus gobiernos en algunas alternativas para transitar de las energías fósiles basadas en el petróleo a energías renovables amigables con el ambiente. Más aún países como Arabia Saudita donde su motor económico está basado primordialmente en el petróleo.
Arabia Saudita es un país que se encuentra en el puesto 45 de los 196 países del ranking de PIB per cápita, siendo este de 17.507 euros. Lo cual resulta un buen indicador en cuanto al nivel de vida de los saudís. Sin embargo, su geografía desértica lo hace difícil de habitar debido a las altas temperaturas.
No obstante, el país ha anunciado la construcción de un megaproyecto de ciudad ecológica que costará US$500.000 millones, como parte de una visión 2030 para alejar irnonicamente al país del petróleo, industria que lo ha petencializado economicamente.
Este proyecto innovador saudita pretende estar listo para 2025, dependerá sólo de energías renovables utilizando la energía eólica, solar e hidrógeno como fuentes de energía. Estará ubicado de manera estratégica para facilitar la movilidad y el desarrollo entre África, Asia y Europa, tendrá una extensión territorial de 26.500 kilómetros cuadrados.
Dentro del megaproyecto se construirá una ciudad de 170 km de largo, llamada The Line, que se extenderá en línea recta a través del desierto y una segunda ciudad llamada Oxagon, que estará construida sobre 7km de agua del mar Rojo, convirtiéndola en la estructura flotante más grande del mundo.
La satisfacción alimentaria de los potenciales habitantes de Neom también está pensada, por lo que, se plantea dentro del proyecto la implementación de la agricultura vertical y de invernaderos, al igual que el agua será provista por plantas de desalinización libres de carbono.
Esta es la visión del principe heredero de Arabia Saudita Mohammed Bin Salman, quién ha mostrado principal interés en los temas ambientales al lanzar una iniciativa verde, que compromete a su país a lograr cero emisiones netas para el 2060.
El megaproyecto resulta muy motivador sin embargo, los expertos dicen que es parte del greenwashing que ha implementado el discurso del principe al hacer grandes promesas sobre el medioambiente para distraer la atención de la realidad, una vez que Arabia Saudita prometió aumentar la producción de petróleo tan solo unas semanas después de que se diera cita la COP26 y haber generado enormes expectativas con sus promesas ecológicas.
El compromiso de la comunidad internacional ante la transición energética no debe ser tomada a la ligera, por lo que este tipo de proyectos deben ser pieza clave para la construcción de un futuro más certero que garantice a las futuras generaciones una mejor calidad de vida.
