El PRI y Morena han dado a conocer que las encuestas serán un factor determinante para la selección de sus candidatos a presidentes municipales y diputados. En el caso del Revolucionario Institucional también será un elemento que definirá si el interesado (alcalde o legislador) quiere reelegirse.
Pero ¿Cuál será el costo para estos partidos la aplicación de éstas? Y no me refiero sólo al costo económico, sino también al político.
En 2012, el periodista Álvaro Delgado, en la revista Proceso, documentó entonces que la empresa Dafoe cobraba 190 pesos por cuestionario, mientras Nodos lo cotizaba en 320 pesos. En tanto, Consulta Mitofsky de Roy Campos, entre 250 y 260 pesos, más 20 pesos por la publicación. Gabinete de Comunicación Estratégica de Liébano Sáenz, 95 mil por mil llamadas en una encuesta telefónica.
Hablamos de que en cinco años los precios serían más elevados. Pero utilizando éstos como parámetro, si en los 125 municipios consideran una encuesta de mil reactivos, solo para presidentes municipales, lo más barato sería de 23 millones 375 mil pesos. Si a ello le sumamos las de los diputados locales, 8 millones 550 mil pesos, la inversión ascendería a 31 millones 925 mil pesos.
Además, el presidente del CDE del tricolor, Ernesto Nemer Álvarez, ha dado a conocer que, quienes pretendan reelegirse, tendrán que someterse a este método, entre otros factores, para ver qué opinan sus representados. Serían 84 alcaldes y 33 legisladores locales, y la mayoría seguramente cree que merecen la elección consecutiva, pero además que podrían ganar sin problema.
Por las de ediles deberán erogar, al menos, 15 millones 960 mil pesos. Por las de los diputados 6 millones 270 mil. Lo mínimo que invertiría el PRI es una suma total de 54 millones de pesos.
Morena –porque ya dijo el líder estatal del partido, Maurilio Hernández, que habrá de usar ese método– 31 millones 925 mil. Ello sin contar los 41 aspirantes a diputados federales y los senadores, en ambos casos.
¿Están dispuestos a asumir el costo económico?
Pero quizá ese sea el menos. El político sería el más problemático. ¿Cuántos estarán dispuestos a aceptar que no son dignos de una elección consecutiva o de merecer la candidatura? Cada uno querrá hacer sus propias encuestas. Tal vez lo acepten públicamente por institucionalidad, pero ¿habrá garantía de que no haya traiciones? Ya lo veremos.
Por lo pronto, los dirigentes tienen una enorme responsabilidad en sus manos.