La insólita rifa del avión presidencial no logró el control de daños deseado por el Zar de la comunicación de México. No se logró ocultar la inconformidad por la deficiencia de los servicios de salud que presta el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, recién creado, después de la desaparición del Seguro Popular.
Los enfermos que no cuentan con seguridad social y anteriormente se atendían con el Seguro Popular hoy viven angustia, dolor y hasta riesgo de muerte, esperando que el INSABI funcione.
Los 53.5 millones que eran afiliados al Seguro Popular hoy se enfrentan al incremento de las cuotas de recuperación en los hospitales, al pago de medicamentos y material de curación y cirugías. Con la creación del instituto, el gobierno busca alcanzar una cobertura de 20 millones de personas que no tienen acceso a los servicios públicos de salud. En este sentido, se sabe que México destina 2.5 por ciento del PIB al sector salud, pero la OCDE estima que debiera ser el 6 por ciento para lograr un buen sistema.
Desde Vicente Fox hasta Enrique Peña Nieto, pasando por Felipe Calderón, se enfatizó la importancia de la medicina preventiva, la vacunación puntual de niños y la promoción del ejercicio y una dieta saludable. Las instituciones de salud hacían lo necesario, había fallas, sí, pero hoy todo es confusión, se advierte improvisación en la administración de los hospitales, en el manejo de los estudios de laboratorio, en el mantenimiento de los equipos necesarios para diagnósticos certeros. La compra centralizada de las medicinas y la dotación de éstas a los pacientes ha sido deficiente e inoportuna.
Un país que previene gasta menos. Un país que escucha a los especialistas es más certero. Hacer este proceso gratuito es una quimera, pero que las cuotas sean accesibles, es posible. No hay rifa del avión que borre la improvisación ni los riesgos de la salud.
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@MargaJimenez4
