Al ser cuestionado el mandatario Andrés Manuel López Obrador para saber si recibiría a los integrantes de la caminata por la verdad, la justicia y la paz, que llegará a la Ciudad de México el 26 de enero, determinó que no los recibiría para no hacer un show, porque tiene que cuidar la investidura presidencial.
Cabe recordar que entre los organizadores de la caminata se encuentran el poeta Javier Sicilia e integrantes de la familia LeBarón, que apenas en el mes de noviembre pasado fueron emboscados y asesinados nueve de sus integrantes, entre ellos tres mujeres y seis menores.
López Obrador se limitó a decir que pueden entrar a Palacio Nacional, pero serán recibidos por el gabinete de seguridad, para no hacer un espectáculo, “no me gusta ese manejo propagandístico”, dijo.
Tales declaraciones fueron interpretadas no por pocos como una falta de respeto. Sicilia, contrariado por la respuesta señaló; “las víctimas no son un show, señor presidente”, “es lamentable, el presidente no esta entendiendo, no puede decir que las víctimas son un show, que la sangre de este país es un show, que los 40 mil asesinados en lo que va de su sexenio y los mil y pico desaparecidos son un show, que la necesidad de una política de Estado en materia de justicia y paz sea un show” subrayó el activista.
La negativa del presidente por recibir a los activistas parte de su particular punto de vista, como siempre, y dice estar preocupado por cuidar la investidura presidencial, ¡claro! como la imagen del titular del ejecutivo es inmaculada, se puede entender su preocupación.
Sin embargo, existe una enorme cantidad de acciones que pueden calificarse distinto a como ahora pretende hacer ver el presidente, que, como ya es costumbre, interpone fácilmente una posición muy cómoda para refugiarse en una burbuja impenetrable que le ayuda a evitar enfrentar una realidad que se resiste a obedecerlo.
Desafortunadamente ejemplos de ello sobran, no sólo fue el grave acontecimiento que sucedió en Bavispe, Sonora, con la familia LeBarón, son muchos otros, como los sucedidos en Veracruz, Michoacán, Guerrero, Morelos, Chihuahua, Oaxaca y Tamaulipas, el costo de la nula estrategia en seguridad ha dejado mucho dolor y sangre.
Hace unos días se informó del asesinato de 10 músicos indígenas en el municipio de Chilapa, Guerrero, y ¿qué decir lo qué pasó en el poblado de Las Pompas, municipio de Madera en Chihuahua, en donde un grupo criminal a bordo de 15 camionetas incendiaron 22 de 33 casas?
Para el presidente esto le representa un show mediático, lo que hace pensar que el mandatario percibe las cosas al revés, tiene más importancia atender el béisbol, a los compañeros de su hijo menor o poner en el centro de la discusión el perdón solicitado a España por la conquista, o la venta del avión presidencial.
Por cierto, tiene mucha razón el de Macuspana en señalar que ese avión es demasiado grande y costoso para su actividad, porque de acuerdo a lo que ha señalado, su política será la interna, la externa no le interesa en lo más mínimo, y luego se preguntan ¿por qué no hay inversión en el país?.
Le quedó muy grande la aeronave de la cuál AMLO se queja que es para vuelos de más de cinco horas, y en efecto, es para el uso del titular del ejecutivo federal en actividades internacionales, por lo mismo, a él le resulta inútil, pero se le olvida señalar que el aparato no fue adquirido para que se lo llevara algún ex presidente después de su mandato, lo fue para uso del presidente, pero parece que también el cargo es demasiado grande.
La investidura presidencial que tanto dice defender López Obrador, es precisamente la que más ha resultado afectada, las imágenes con pan en la cabeza, los disfraces que gustoso se pone, el permiso que solicitó a la “pachamama”, los chistes, los insultos, el enfrentamiento cotidiano con el pasado, los distractores ridículos para evitar los temas importantes de la nación, pueden parecerles tanto al mandatario, como a su equipo y seguidores, como normales y de lo más importante, sólo que el cargo que asumió es para representar a más de 120 millones de mexicanos.
Cuidar la investidura presidencial debe empezar por quien ostenta el cargo, no únicamente desde su exclusiva visión y a conveniencia, debe imponer una autoridad acompañada de un indiscutible liderazgo.
México aún espera por quien tanto prometió, por quien lo guíe hacia un mejor futuro, de crecimiento, de desarrollo, de bienestar, y treinta millones de mexicanos pensaron que la propuesta que se vendió como la mejor iba a terminar con los vicios del pasado, no que los repetiría con mayor descaro.
Para López Obrador cuidar la investidura presidencial se reduce a tan sólo uno más de los pretextos que son utilizados para no entrarle de lleno a los asuntos que resultan complicados, pero es imperativo que sean atendidos, la seguridad y la salud no pueden esperar más, ambos temas representan de no atenderse, muchas muertes de inocentes, que también son mexicanos. No pueden esperar hasta diciembre, para muchos será demasiado tarde.