Vivimos en un México compuesto por muchos méxicos y de ese mismo tamaño es la concepción que cada uno tenemos para entender qué es el Coronavirus.
A esto sumémosle tres grandes temas de la agenda nacional que se han venido agravando desde finales del año pasado:
1) La desaceleración económica, 2) Lo elevados índices de inseguridad que no dan tregua y 3) El desmantelamiento del sistema de salud.
Frente a estos problemas, antes de ver un panorama alentador, seremos testigos de cómo empeorarán, convirtiéndose en una crisis económica, una crisis de seguridad y una crisis sanitaria; todo ello aderezado por la polarización social y el virus de la desinformación.
No pretendo con esta opinión imponer una visión catastrófica del contexto actual que vivimos; mi intención es mostrar una cara muy probable de lo que puede ser la realidad y, a partir de ello, poder aminorar el impacto que tendremos millones de familias en el país.
Me aventuro ahora sí, a ilustrar los puntos anteriores:
A) Describiré, desde una óptica personal, algunas posturas que dejan ver cómo, de forma diferenciada, los mexicanos concebimos el mismo problema mundial; por un lado, la clase media (algo así como 40% de mexicanos), quienes tienen acceso a internet, redes sociales o alguna fuente noticiosa que les permite tener un panorama más amplio de lo que sucede con la pandemia en otros países, hecho que los conmina a atender las indicaciones de sana distancia y resguardarse en casa.
Además, el grueso de estas familias de clase media, cuentan con al menos uno de sus miembros trabajando en la industria, la iniciativa privada o para el sector público: realidad que garantiza que no falte el recurso mínimo para subsanar las necesidades primarias (ahora que, si las condiciones apremian, podrán echar mano de la venta de algún bien no esencial que les permita sobrellevar la temporada).
Por otro lado, tenemos dos opuestos, llamémosle en términos “simplistas” los ricos (apenas 10% de la población) y los pobres (50% de los mexicanos). Para los primeros, detener sus actividades un mes es similar a tomarse unas vacaciones de temporada en algún destino paradisiaco del planeta, no dejarán de tener comodidades y, lo más que puede suceder, es que se aburran en sus casas de fin de semana y estén temerosos al estar siguiendo prensa y noticieros internacionales. En cambio, para los segundos, el Coronavirus los golpeará de distintas formas, en algunos casos significará la erosión del poco patrimonio que hayan podido atesorar; en el peor de las situaciones significará no poder garantizar el sustento básico para sus familias; en esta situación se encuentran alrededor de 60 millones de mexicanos que no pueden darse el lujo de “simplemente parar”.
De forma transversal, en los tres escenarios se adhiere un factor adicional: la desinformación e idiosincrasia propia del mexicano acostumbrado a desconfiar. Esto puede deberse a la falta de fuentes fidedignas de información, ocasionando que la guía del comportamiento social sea en función del vox populi. El escepticismo por su parte da forma a distintas “teorías conspirativas” y argucias que rayan en lo “cómico-mágico-musical”; ejemplos: “la culpa es del murciélago”, “los gringos lo inventaron contra la economía china”, “los chinos para tronar la economía mundial”, “experimento social de dominación a través del miedo”, “el chupacabras del siglo XXI”, “creación de laboratorios para vender la cura”, “invento del gobierno porque algo trama”; o dichos sin sustento como “tenemos una población más resistente que Italia y España”, “los pobres somos inmunes”, estos últimos dos comentarios mencionados por AMLO y Barbosa, respectivamente. Es así como al conjugar desinformación con escepticismo tenemos al mejor amigo de la pandemia y un caldo de cultivo para la propagación masiva del virus.
B) ¿Qué va a pasar con la economía? Habíamos dicho que las finanzas nacionales venían desacelerándose desde finales del año pasado. Sin ser experto en economía, únicamente agregaré los siguientes elementos: 1) El precio del petróleo en el mundo está a la baja, es decir México ganará menos por la extracción de petróleo. 2) Una parte de la micro, pequeña y mediana empresa no podrán mantener sus rentas y tendrán que cerrar. 3) Los niveles de desempleo crecerán. 4) Los ingresos públicos por pago de impuestos descenderán. 5) La industria, al no ver garantizados sus intereses, empezará a migrar sus capitales para invertir en entornos “más seguros”. 6) A mayor gasto gubernamental y menores ingresos, tendremos un déficit público. 7) La moneda nacional se verá aún más depreciada frente a divisas internacionales. 8) Los desequilibrios entre la producción y la demanda de bienes llevará a la subida de precios, ocasionando una hiperinflación, acompañado de un desabasto. En conjunto, estos y más factores prevén, de acuerdo con especialistas, una contracción de la economía de hasta menos 7 puntos porcentuales para 2020.
C) ¿Qué va a pasar con la seguridad? Los niveles de inseguridad en México, si bien no han arreciado, tampoco han dado tregua en los últimos años. Todos los días se leen infinidad de notas que relatan la terrible realidad que sufre el grueso de la población sin distingo: desde asaltos a transporte público, robo a mano armada de automóviles, negocios, domicilios, la lacerante violencia por razones de género hasta secuestros y homicidios dolosos; asimismo, los delitos concernientes con el crimen organizado se cuentan por decenas ante las pugnas de los cárteles de la droga y los mecanismos de extorsión sistematizada hacia la población. Desafortunadamente estas cifras hoy más que nunca están lejos de descender.
Algunos analistas han mencionado que el Coronavirus también ha golpeado a las mafias alrededor de todo el mudo, y, si bien, esto se ha reflejado en la reducción del trasiego de drogas, piratería o tráfico de personas; lo cierto es que una vez que toquemos fondo en el crisis sanitaria, las propias estructuras delincuenciales tenderán a reajustarse en busca de sus propios equilibrios y, para ello, aprovecharán el debilitamiento de los Estados. Esto tendrá como efecto el engrosamiento de las filas de los cárteles y el aumento de otros delitos poco comunes como saqueos, vandalismo o hasta narcogobiernos.
D) Finalmente, ¿por qué suponemos que se dará una crisis sanitaria? En las últimas semanas hemos sido testigos de cómo los países que consideramos primer mundo se han enfrentado a una pandemia sin tregua. Los números de infectados siguen creciendo exponencialmente y los sistemas de salud han sido insuficientes para atender el grueso de la demanda. En el caso mexicano encontramos algunas variables adicionales: recortes en el presupuesto sanitario, deserción de personal calificado desde el año pasado y ausencia de un liderazgo nacional para enfrentar la coyuntura.
Esto se traduce en falta de equipo, falta de espacios, falta de protocolos de atención, miedo y psicosis generalizada. Tan sólo por poner un ejemplo sobre los datos más recientes en torno a la gravedad del Coronavirus fechados al 31 de marzo: Estados Unidos registró 164,603 enfermos y 3,107 defunciones, Italia 102,106 infectados y 11,591 muertes, España 94,417 casos y 8,189 decesos, mientras que México contó con 1,094 contagios y 28 fallecimientos. Estos datos muestran que vamos tan sólo unos días detrás de un contagio masivo ya anunciado, lo que se traducirá en inimaginables consecuencias para la población. Por el momento, no existen indicios que permitan suponer que la realidad mexicana tendrá un comportamiento distinto frente al Coronavirus dentro de las siguientes semanas.
Por último y, a modo de conclusión, mencioné al principio un componente adicional que no abonará a una solución pronta de las dificultades que se avecinan y es la referente a la polarización social por razones políticas, misma que se resume en aprobación o desaprobación en torno a los discursos y medidas implementadas por AMLO. Lo que sí nos corresponde individualmente es ser empáticos y asumir estos problemas con seriedad, así como ayudar en la medida de nuestras posibilidades y, lo más importante, mantenernos en nuestras casas. Somos más de 120 millones de mexicanos muy heterogéneos, pero nuestra patria y el amor que le tenemos a nuestra tierra es unánime y solidario.