Sobre Astolfo Vicencio Tovar o la voluntad de “Insurgencia Cívica”

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Sobre Astolfo Vicencio Tovar o la voluntad de “Insurgencia Cívica”

Miércoles, 15 Abril 2020 00:08 Escrito por 
Sobre Astolfo Vicencio Tovar o la voluntad de “Insurgencia Cívica” Los Sonámbulos

En un país de inertes y aburridos (por partida doble ahora como consecuencia de una plaga de bichos mortalmente infecciosos), decir que Astolfo Vicencio Tovar fue el fundador del PAN en el Estado de México es un reconocimiento con muchas implicaciones que, en un texto como éste, son difíciles de desarrollar.

Agregar que fue un defensor de la soberanía individual, un agente promotor del cambio y del progreso social, así como de la democracia y de la “pluralidad política”, enemigo del autoritarismo y del despotismo, también es una referencia exacta pero incompleta.

Ciertamente, cerca de siete décadas de actividad pública (retirado los últimos tres o cuatro años de su vida, por obvia fatiga), son muy complicadas de compendiar y ello no permite aquí exponer plenamente las convicciones de quien las llevó a los hechos.

En una aproximación arbitraria, Astolfo Vicencio representa esa estampa de lo que Manuel Gómez Morin denominó como “insurgencia cívica”, esto es, un intenso despliegue de trabajo por la democracia, que no es cosa de la naturaleza, sino de la cultura, como afirmó Octavio Paz. Se trata, pues, de prender fuego en las voluntades para provocarlas, animarlas y construir un país de ciudadanos plenos, informados y conscientes de su entorno.

Esto va más allá de la dura tarea de des-idiotizar sonámbulos con credencial de elector que, en su ostentación, se declaraban (todavía hoy muchos lo hacen) como “apolíticos”, es decir, justo como el “idiota predilecto” del gobierno y de todo sistema autoritario. Había que entrarle con todo, incluso a riesgo de la calavera, y provocar que el “animal de rebaño” se asumiera como ser humano y se convirtiera en ciudadano.

Buena parte del trayecto y de su propio peculio, eso hizo Astolfo desde finales de la década de los años cuarenta y principios de la década de años cincuenta del Siglo XX, luego de que muchos miembros de la Acción Católica de la Juventud Mexicana (“acejotaemeros”, de la que formó parte el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, por ejemplo) decidieron sumarse al PAN, liderado entonces por un grupo de “unésicos” ((Unión Nacional de Estudiantes Católicos), todos de la UNAM como el propio Gómez Morín y Juan Gutiérrez Lascuráin, integrante éste del primer grupo parlamentario de Acción Nacional en la Cámara Federal (1946-1949, y ¡fueron cuatro nada más!).

Astolfo Vicencio Tovar llegó a ser secretario General de AN con José González Torres y luego con Adolfo Christlieb Ibarrola. Después puso pie en el Estado de México (“tierra de misiones”, según dijo, por la hegemonía del clan familiar de Isidro Fabela Alfaro y Alfredo del Mazo Vélez en el poder público) y le dio vida al PAN en 1964 junto con Víctor Guerrero González (primer jefe regional del albiazul mexiquense), Salvador Sánchez Carrión, Marcelino Arzate Loperena, Nemesio Vázquez, Eligio Rosales, Alfonso Jiménez Rojas, Leoncio Bastida, Odilón García, Agustín Ambriz, Samuel Gutiérrez Barajas y Miguel Camino Castillo, etc.

Vivió de cerca los más grandes triunfos democráticos del PAN y conoció también sus grandes fracasos, incluidos los actos corruptos por parte de quienes él llamaba “las ratas pintas”, tránsfugas de otros institutos que arribaron a su partido, pero que igual no dejó de combatir.

Por otro lado, contador de profesión, Astolfo no fue un escritor en sentido estricto de la pedantería intelectual sino, como suele decirse, “un señor que escribía cosas”; eso prueban sus textos en varias publicaciones, entre ellas El Diario de México y el diario deportivo La Afición, donde el prestigioso periodista Ángel Trinidad Ferreira abrió espacios para él y para Amado Olvera Castillo, otro referente de panismo mexiquense, a finales de la década de los años noventa y principios de Siglo XXI.

También (y poca gente sabe de esto), su talento lo llevó a crear uno de esos comerciales que han acompañado por décadas (¿tres, cuatro?) a millones de mexicanos en el país: difundido por radio y televisión, con música contagiosa, casi rumbera, publicitó a un “trabajador” con un casco pegado a una viga de acero, colgado en estremecedor vacío: “¡pega de locuraaaaa!”, termina el espot de “Kola Loka”.

“Había familia -esposa y siete hijos- que mantener”, reveló sobre su inspirado golpe publicitario (tal vez el pegamento no sea para tanto, aunque no han faltado torpes dedos adheridos entre sí o en el tubito; pero sobre el anuncio, ¡de que pegó, pegó!).

Astolfo Vicencio Tovar falleció a los 93 años de edad el pasado lunes 6 de abril. Propietario de un gran sentido común, dueño de sus fuerzas, nunca prometió bajar el cielo a la tierra pero sí hizo efectivo el compromiso de luchar para resolver grandes y graves iniquidades, sin doblarse ante gobiernos autoritarios y sus cuerpos policiacos represivos, además de pistoleros atracadores de urnas o dirigentes sindicales y su recua de golpeadores, también “mapaches” a sueldo. (Debido a voluntades como esa es que, en términos de competencia del quehacer político y democracia, ¡incluso algunos “dinosaurios” hasta evolucionaron!).

En un arranque de profanación literaria, de combinación místico-cervantina, en la lápida de Astolfo podría inscribirse: “Yace aquí un hombre de vivencias y de letras, más versado en arengas que en versos, que hizo de San Jorge y su espada de la Insurgencia Cívica y la Democracia su santo patrón, recorriendo caminos empedrados hasta vencer al autoritario dragón”.

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Jesús Delgado

Los sonámbulos