Vivimos una pausa social y le dimos un respiro a nuestro mundo. Sin la pandemia por el COVID-19 difícilmente se podía visualizar un alto, porque paró la industria, las actividades económicas y todas las que ahí se aglutinan; los lugares que parecerían nunca estar en pausa, hoy lo están; nuestro mundo respiró, las aguas del mar están cristalinas, la fauna lo celebra, los cielos hoy pintan de azul.
Familias se han reencontrado, antes sólo cada 8 días compartían los alimentos, pues la diversidad de horarios y actividades complicaba que los integrantes de una familia tuvieran más convivencia y coincidencia. Si cada ocho días una familia se reunía para compartir la mesa, quiere decir que al año solo lo hacen 48 veces. De ahí, nos podemos ir como hilo de media. ¿Cuántas veces los padres de familia hacen tarea con sus hijos?, ¿Cuántas veces juegan o comparten momentos? De repente, los padres de familia inmersos en el mundo laboral, en un abrir y cerrar de ojos se dieron cuenta que la nena, ya no lo es más y ahora es una adolescente que quiere seguir aislada sin la intromisión de sus padres. O el joven que dejó de ser ese niño que reclamaba a su papá tiempo para jugar, que pedía que no regresara cansado de trabajar para compartir momentos, también ya es autónomo, o que se acostumbre a serlo.
Hoy son esos tiempos que queríamos; esos fines de semanas que anhelábamos que duraran más; son esos puentes que esperábamos o vacaciones para pasar más tiempo con los nuestros.
Son esos tiempos que nunca teníamos para platicar en pareja, para reacomodar nuestra vida, tiempo para ese libro, tiempo para esa serie de televisión o ese juego maratónico que sólo en Navidad se jugaba, tiempo de cocinar el platillo favorito pero laborioso.
Estamos en casa para cuidarnos, para cuidar de los nuestros y ser responsables para evitar la propagación del COVID-19.
Aprovechemos este tiempo que la vida nos da para estar con los nuestros, para estrechar nuestros lazos, para resarcir errores; aprovechemos para darle valor a los más preciado que es la vida y entender que lo que más se valora no tiene precio. Hoy extrañamos reunirnos, abrazarnos, compartir con la familia que no vive en tu casa, con los amigos, pasear y conocer lugares nuevos. Después de esto, ojalá y veamos parques, cafés, restaurantes llenos donde los celulares no participen, sino la convivencia entre seres humanos, sin un dispositivo intermedio.
Que este aislamiento social nos deje cosas positivas y que demos más valor a que verdaderamente importa.
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#VozDeMujer
