A casi dos años de gobierno, Andrés Manuel López Obrador enfrenta una crisis sanitaria de profundas dimensiones, complicando aún más el panorama para un proyecto político que ya se encontraba estancado en materia económica y con dificultades para lidiar con la inseguridad. Según la mayoría de las encuestas, los mexicanos mostraban una ascendiente tendencia al rechazo de las políticas del nuevo gobierno, pero, llamativamente, la popularidad del presidente se mantiene bastante alta considerando la coyuntura que atravesamos y, muy por encima de la aprobación a sus resultados. Si bien ha habido un desgaste por los graves problemas del país y la muy compleja situación, AMLO se mantiene como el político más popular. Esta circunstancia obedece a que la mayoría de los mexicanos no está conforme con las circunstancias actuales del país y los resultados de las políticas implementadas desde diciembre de 2018, sin embargo, se identifican más con la cabeza del ejecutivo que con los políticos de otros partidos por la congruencia narrativa de los últimos 18 años.
La popularidad del presidente López Obrador todavía rebasa el 50%, es decir, más o menos la mitad de los mexicanos mantienen su apoyo y lo aprueban. A la misma altura de su sexenio, Ernesto Zedillo tenía la misma aceptación habiendo pasado el “error de diciembre”. Vicente Fox había seguido la misma tendencia del actual mandatario, al ir cayendo a niveles entre 50%-55%, después de la euforia de la histórica victoria de la democracia en el 2000 y con una mucho mejor situación económica.
Felipe Calderón, rebasaba el 60%, aunque ese fue su punto máximo y desde ese punto comenzó a descender. Finalmente, Enrique Peña, tras numerosos escándalos, no alcanzaba el 30% de apoyo. Las acciones del gobierno actual, en contraste, tienen un respaldo que varia entre el 20% y el 40% según el aspecto evaluado. Es decir, los resultados de la federación tienen mucha menos popularidad que el presidente. Y es que en la narrativa de campaña y de gobierno, se ha establecido como objetivo el combate a la pobreza y a la desigualdad, y en el transcurso de estos dos años hay un visible estancamiento y por la crisis mundial, un enorme retroceso.
Además, la ciudadanía percibe pocos avances en materia de seguridad pública y económicamente no se han creado oportunidades suficientes para el desarrollo. Al observar las mediciones de AMLO con respecto a las anteriores cabezas de Estado, prácticamente todos se perfilaban a las elecciones federales de mitad de sexenio con los mismos niveles de popularidad, lo llamativo es que el actual presidente es el único que supera la aprobación de sus acciones de gobierno y sus políticas públicas.
Con este escenario, se perfilaría para el 2021 una recuperación de los partidos opositores, pero, al no haber corregido todos los errores por los cuáles fueron castigados en 2018 y siendo López Obrador un presidente popular, no se perciben indicadores de cambios políticos importantes a partir del próximo proceso electoral. A pesar del panorama complejo para el país, MORENA como partido gobernante, mantiene su ventaja por la popularidad del presidente. El PRI ganó la Cámara de Diputados en 2015 a pesar de tener a la cabeza al presidente más rechazado de los últimos 25 años, por lo cuál, sería difícil pensar que la Cámara de Diputados cambie de bancada mayoritaria en 2021, siendo López Obrador más popular y teniendo una oposición más desgastada.