Con la desgracia de tener decenas de millones en situación de pobreza, el país no ha crecido suficientemente en las últimas décadas para conseguir un buen combate a las principales desigualdades que permita a todos los mexicanos lo que merecen: vivir con dignidad, oportunidades y libertad. A décadas de crecimiento escaso, se suma la depresión actual derivada de la pandemia. Potencialmente, nuestra nación podría añadir 20 millones más de compatriotas al largo sector sin oportunidades por la ineficacia de nuestro Estado. Si de por sí ya vivíamos en medio de la gran tragedia de no poder resolver, como país, la situación de tantos ciudadanos sin lo necesario para salir adelante, el saldo de la pandemia hará más graves las circunstancias y nos obligará a trabajar como pueblo para encontrar rutas de desarrollo para el bienestar social.
Desde finales de 2018, la economía se estancó por la incertidumbre generada a raíz de la cancelación del proyecto de infraestructura más relevante del país: el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). A partir de ese momento, el gobierno del presidente López Obrador, ha tenido el enorme reto de generar condiciones para vencer la parálisis de crecimiento y comenzar a cerrar las principales brechas sociales. Sin avances tangibles, la pandemia encontró a nuestra nación y cimbró nuestra economía. El reto será generar políticas para combatir la depresión, pero la complejidad radica en que desde antes de la crisis de covid 19, la administración federal no había conseguido edificar el contexto para generar ocasiones de desarrollo para todos.
Es imprescindible volvernos a plantear el combate a la desigualdad para dejar de percibirlo como un constante aumento de dádivas en lugar de la verdadera generación de oportunidades equitativas. Por décadas, se ha desestimado la construcción de instituciones más sólidas y confiables para fortalecer nuestro Estado de derecho, generar certidumbres, atraer inversión y detonar un crecimiento suficiente para crear más y mejores empleos. Durante años no ha existido la voluntad política para hacer lo necesario en el combate a la pobreza, pero, hoy con la crisis vivida a nivel mundial, se convierte en impostergable un debate capaz de generar soluciones. Es momento de exigir a la clase política detener la inercia asistencialista para levantar un Estado capaz de ofrecer garantías, es momento de demandarle a sectores aventajados el ejercicio de sus oportunidades con responsabilidad social, es momento de unificar esfuerzos a lo largo y ancho del país para que, como compatriotas, busquemos el bienestar para todos.