Las alianzas con fines electorales, sin proyecto ni ideología, admiten tácitamente la ambición de acumular poder y recursos a como de lugar. Cuando se está dispuesto a hacer cualquier cosa por el poder, la gente será quien pague las consecuencias al ser dirigidas por personajes que anteponen sus ambiciones al bienestar del pueblo. Las soluciones a los principales problemas del país difícilmente vendrán de los grupos y partidos que ya fueron rechazados en las urnas, pretendiendo ahora sumarse sin haber realizado una depuración interna y una reforma a todas las opacas acciones que los alejaron del pueblo y los hicieron funcionar en favor de las cúpulas y la aglomeración material.
No puede haber sinceridad en alianzas que son concebidas por partidos y sectores que ya fueron rechazados en las urnas por su corrupción. Si no cambiaron a partir de un voto ciudadano que con claridad los rechazó, y en contraste prefirieron generar coaliciones, es porque en realidad son exactamente lo mismo, manteniendo las ganas de acumular poder. Este tipo de alianzas no son patrióticas, obedecen a la voluntad de las élites que perdieron el poder y se ven en la necesidad de ensamblar una narrativa de inconformidad, cuando no se mostraron ni molestos ni enojados ante los saqueos del pasado. No hubo modificaciones éticas o el nacimiento de un genuino patriotismo, simplemente se mantuvo como constante la necesidad de utilizar la política como la vía para tener poder y no como el medio para generar justicia e igualdad.
México necesita oposición, pero la que se está conformando es dañina para nuestra democracia y mala para la ciudadanía. No pueden ser los defensores de los vulnerados aquellos que al gobernar oprimieron con sus prácticas. No pueden conformarse en representantes populares quienes negocian sus espacios de representación mediante pactos cupulares. Nuestra nación demanda contrapesos políticos para darle sanidad a nuestras instituciones y limitar cualquier potencial hegemonía, pero nada bueno vendrá de quienes ya cayeron y toleraron actos de corrupción y, al saberse rechazados por el pueblo, optan por alianzas que les permitan sumar bases para volver a capturar posiciones y manipular los cargos para beneficio particular.
Quienes no cambiaron a partir del descrédito exhibido en 2018, únicamente están en búsqueda del poder sin importarles, ni un poco, las consecuencias que esto traiga para la gente.